Termina una de las ediciones de la Semana Santa más marcadas por la lluvia que se recuerdan en Rute

  • Tan sólo cuatro procesiones pudieron salir y completar sus itinerarios sin sufrir en ningún momento la amenaza de la meteorología


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La Semana Santa 2018 pasará a la historia como una de las más deslucidas que se recuerdan en Rute por culpa de la lluvia. Ha impedido o condicionado más de la mitad de las estaciones de penitencia. Sólo en el ecuador ha dado una tregua. Gracias a ello salieron el Cristo de la Misericordia, Jesús de la Rosa y el Abuelito. Hubo que esperar al Domingo de Resurrección para que volviera la normalidad. Que apenas cuatro de las nueve procesiones de Rute (once incluyendo el Vía Crucis del Cristo de la Expiración y el del Cristo de la Vera Cruz) se hayan completado es un bagaje escaso. El resto de cofradías han visto cómo la lluvia trastocaba un año de preparativos.

Tras el desengaño del Viernes de Dolores y el Domingo de Ramos, el Martes Santo el Cristo de la Misericordia salió sobre su nuevo trono, en la antesala de los “días grandes”. La tónica se mantuvo en un primaveral Miércoles Santo. Ello permitió revivir la bajada por Juan Carlos I, la subida del Cerro o la bendición final de Jesús de la Rosa. Igual ocurrió el Jueves Santo, con el Abuelito y la Soledad de Nuestra Señora, en especial en el barrio de San Pedro pero sin olvidar pasajes como la subida del Cerro “a la carrera”.

Con todo, conforme caía la noche se notó el brusco descenso de la temperatura, presagio de lo que depararía el Viernes Santo. Como anunciaban los peores pronósticos, a las ocho y media de la mañana, hora en que el Nazareno asoma a la calle, ya lloviznaba. Se optó por aplazar la salida, primero a las nueve y luego hasta las diez. Entonces Javier Ramírez, en representación de la cofradía, y mientras la lluvia arreciaba fuera, anunció que se suspendía definitivamente la estación de penitencia.

Por la tarde, alternaron los nubarrones y los claros. Aunque no llegó a llover, con el precedente del Domingo de Ramos, la cofradía de la Vera Cruz no arriesgó y suspendió su Vía Crucis. Sí salió el Santo Entierro, con Nuestra Señora de los Dolores, gracias al compromiso de los costaleros. Pero el recorrido se hizo sin demora y sin quitar la vista del cielo. A medianoche estaba aún más encapotado. La cofradía de la Soledad decidió salir, pero a la altura del Chorreadero unas gotas amenazantes aconsejaron la vuelta.

Nada tuvo que ver este panorama con el del Domingo de Resurrección. La mañana se presentó soleada, aunque con viento, que fue amainando conforme avanzaba el día. Así, la procesión de Jesús Resucitado desfiló bajo un tiempo, al fin, primaveral, agradable y hasta caluroso por momentos. Con instantes novedosos como la petalada lanzada en el cruce del callejón de La Salera con la calle Del Pilar, concluyó una Semana Santa de sensaciones agridulces. Terminó con buen sabor de boca, pero a los miembros de varias cofradías de Pasión les va a costar olvidar el chasco sufrido por la meteorología.

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