Se presenta una selección póstuma de textos del sacerdote Gregorio Molina

  • “Reflexiones de un cura de pueblo. Un modo de ver la vida” ha sido recopilado por Manuel García Iturriaga, en colaboración con los dos párrocos de Rute

Los salones parroquiales de Santa Catalina se quedaron pequeños ante la expectación suscitada por el libro

Presentación libro reflexiones Gregorio Molina

Los salones parroquiales de Santa Catalina se llenaron literalmente para la presentación del libro “Reflexiones de un cura de pueblo. Un modo de ver la vida”. El título recoge pensamientos y meditaciones del sacerdote Gregorio Molina, fallecido en noviembre. Durante años, escribió mucho, en libretas. Cuando las fuerzas empezaron a flaquearle se las regaló a su amigo Manuel García Iturriaga. Contenían justo eso, reflexiones: sobre la vida, la fe, Rute y su gente. El Cronista de la Villa confiesa que al leerlas le sorprendió “su pulcritud, sin un tachón”. Empezó a transcribirlas, barajando la idea de compilarlas en un libro. Asegura que al decírselo al sacerdote notó el brillo de la emoción. No pudo verlas en vida. Iturriaga lamenta que tampoco se le hubiera hecho algún homenaje antes.

El editor e impresor se ha encargado de juntar y prologar 366 reflexiones, una por día, para leerlas rápido y pensar despacio en lo que dicen. Para Iturriaga, Gregorio Molina merece “un sobresaliente cum laude en sinceridad y coherencia”. Cree que es el libro de alguien “fiel a su pueblo, a su gente y a la vida”, por más que ésta deje entrever “los dientes de sierra” que reflejan los altibajos que sufrió. Por eso mismo, le confiere a su autor “la inmortalidad en Rute”. Pide que se lea “con cariño”, convencido de que puede “reafirmar y quitar telarañas” al creyente.

El libro cuenta con la colaboración de los dos párrocos locales, que también han escrito sus respectivos prólogos. Para el de San Francisco, Carmelo Santana, sus páginas se han gestado con rapidez, con el fallecimiento de su compañero aún reciente. Sostiene que Gregorio Molina “llevaba a gala ser sacerdote e hijo de Rute”, aun habiendo pasado por las mismas vicisitudes de muchos paisanos. Ahora confía en que su lectura ayude “a ser mejor cristiano, mejor ruteño y mejor persona”.

Su homólogo de Santa Catalina, José Gregorio Martínez, apenas convivió con él un año. Bastó para afianzar un trato muy cercano. Fue un año “intenso”, marcado para Gregorio Molina por la muerte de su hermana. Aunque se fue a Córdoba, siguieron en contacto. Según José Gregorio Martínez, se parecían en bastantes cosas. En especial, le gustaba su aire de “cura de calle”. Por eso, cree que el libro no puede abarcar todo lo que se podría decir de él. En ocasiones lo pasó mal, “pero siempre fue un hombre fiel y con mucho amor a Cristo y a la Iglesia. En su opinión, ésa es “la herencia que deja a su pueblo”.

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