Salvar la Navidad es salvarse

A quienes esta Navidad
sentirán ausencias recientes.

“La esperanza le pertenece a la vida.
Es la vida misma defendiéndose.”

(Julio Cortázar)

Recomiendan no reunirse con muchas personas en estas fiestas navideñas. El mejor regalo es, sin duda, seguir vivos y con salud. Cuando vengan mejores tiempos, en la medida de lo posible, recuperaremos lo pospuesto, pero quizás este año lo más prudente sea no volver a casa por Navidad, aunque, evidentemente, no es fácil asumir una renuncia más, después de todas las que 2020 nos ha obligado a hacer.
Salvar la Navidad es protegernos y proteger a otros lo que podamos. Es rescatar lo mejor de estas fiestas: los dulces, las felicitaciones, los deseos renovados cada 31 de diciembre, las ganas de hacer cosas nuevas, aquella ilusión impoluta de esperar a los Reyes Magos…
Confiamos en que regrese la vida anterior a la pandemia, pero ojalá que lo vivido desde marzo nos haya servido para volver a la esencia de las cosas, que hay que tomar como vienen, no siempre acordes a nuestros deseos. Tal vez se nos presentan unas Navidades únicas para recuperar lo auténtico, para huir de convenciones sociales y postureos, para cenar en nuestra casa tranquilamente, sin más. No hay que hacer un drama de no poder estar con quienes quisiéramos esta Navidad. Infinitamente peor sería pasarlas en el hospital, enfermos o solos a la fuerza. Gracias a la tecnología, tenemos posibilidades de hablar y hasta ver a quienes están lejos; como tenemos la certeza de que, estando sanos, para sentirse feliz no hace falta mucho. Cuando vengan otras Navidades, las celebraremos con todas las ganas que vamos acumulando.

Este año muchas familias sentirán la punzada de la ausencia del familiar perdido. No estamos para muchas fiestas. Pero la vida sigue y nosotros con ella. No es posible ni deseable detenerla. Hay que subirse a su carro, ir a su paso, al son que nos va tocando. Es cierto que a menudo la vida tiene tarea. Que no siempre es fácil verle sentido al subir la persiana cada mañana. Pero quizás ahí estribe la verdadera razón de ser de la vida: vivir y librar la batalla diaria, aunque la guerra la tengamos de antemano perdida porque esto de vivir se acabará un día y después no sabemos qué nos aguarda. Por eso, nada mejor podemos hacer que emplearnos a fondo en vivir. Vivir, con temor, sí, a que la suerte se voltee, pero también con esperanza en la vacuna, con ganas de que esto pase y sea posible abrazarse; con esa ilusión que nos sustenta y que, indómita, no quiere replegarse y acaso con la vista puesta en el próximo viaje… Vivir, salir de esto, recordarlo, pasado el tiempo, como una experiencia no imaginada ni deseada que nos detuvo la vida, confinándola, que nos paró en seco, que se llevó sin piedad mucha gente por delante.
Lo mejor de esta pandemia quizás sea que nos ha enseñado que para celebrar no hace falta esperar a que se vista de rojo el calendario. Cualquier día es bueno para agradecer y festejar que se sigue vivo, para estrenar aquello que tenemos guardado para una ocasión especial. Cualquier día es esa ocasión porque es único y no vuelve.
Ojalá que el año nuevo cambie el panorama, que abandonemos la mascarilla y el miedo, que dejen de ocultarse las sonrisas y vuelvan los besos aplazados… Pero, por ahora, toca seguir guardando distancias por el bien de todos, abrazarse con palabras y sonreír cómplicemente con la mirada, mientras esperamos que los Reyes de Oriente nos dejen en el balcón de nuestra vida para el año que empieza un buen saco de esperanza.
Salvemos la Navidad salvándonos y salvando el verdadero sentido de estas fiestas, a la vez que intentamos ponernos a salvo del virus, en la medida en que actuamos con responsabilidad. No está del todo en nuestras manos evitar un contagio, pero sí lo está cuidar y cuidarnos. No hay Nochebuena que merezca una vida. Lo importante es celebrar lo mejor que se pueda estos días preservando la salud. Seguir vivos y bien es, pese a todo, la mejor lotería que nos pudiera tocar. Quedándonos en nuestra casa estos días procuramos comprar el boleto para continuar en el mundo mientras la Tierra inicia una nueva vuelta alrededor del sol, que no quisiéramos perdernos. Porque el año nuevo nos debe todo lo que este que se va nos ha dejado pendiente. Y aquí, en la vida, queremos seguir hasta que nos cobremos en ratos felices toda la tristeza vivida en los últimos meses. Aquí estamos, dispuestos a vivir hasta que esa deuda se salde del todo. Ojalá sea en el año que viene. ¡Feliz año nuevo!

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