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Se estrena en nuestra localidad el cortometraje dirigido por Javier González Bello e inspirado en la peculiar reserva de Adebo
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El corto tiene un lado interactivo, al mezclar la ficción con los testimonios de varios vecinos del pueblo
De las entrañas de la Sierra de Rute brotan los imposibles. Florecen y se hacen realidad cuando las simientes son regadas por el cóctel de ingenio combinado por Pascual Rovira. Presentarlo como presidente de la asociación ecologista Adebo sería dar una descripción demasiado convencional y a la vez incompleta. Su mezcla de surrealismo, humor del absurdo e ironía, a veces fina y otras nada sutil, han permitido germinar en el corazón del pinar ruteño esa “república borriquera” que proclama a los cuatro vientos. Con la misma pasión que defiende la nobleza de sus équidos, lleva a gala oficiar de predicador y apóstol de esta “reserva espiritual de Occidente”. En ella pastan felices desde hace ya tres décadas sus burros; y desde hace algo menos otras especies como gatos o cerdos.
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La armonía es tal que con el tiempo surgió el amor. Lo insólito es que el idilio no sólo se fraguó entre ejemplares de la misma especie, sino entre el cerdito “Dior” y el burrito “Califa”. Así al menos lo pergeñó en su imaginación Javier Gómez Bello, músico y cineasta malagueño, en realidad artista multidisciplinar, para rodar el cortometraje “Rute Love”. Con su paisano el poeta Paco Doblas tiraron de papel y palabras para construir el andamiaje de un guión que después Pascual Rovira haría trizas. Al padre de Adebo y autor intelectual de la república borriquera no se le puede encajar en molde alguno. El traje del protocolo le sienta como una camisa de fuerzas y la efervescencia de su verborrea no haya transcripción plena en guión alguno.
Existe el error frecuente de confundir la falta de protocolo con la improvisación, y estas dos ideas no siempre van de la mano. En Pascual Rovira nunca se sabe dónde acaba una y dónde empieza la otra. Pero Javier Gómez Bello y Paco Doblas sí encontraron la forma de canalizar la imaginación “patafísica” de su amigo ruteño para dar forma a “Rute Love”. Como reza su nombre, en esta historia hay mucho amor. El más obvio es el de los dos animales. Pero también está el de un ecologista utópico hacia su entorno, convencido de que es un préstamo que habremos de devolver a nuestros descendientes; y está el amor de un artista hacia su obra y hacia un enclave natural que le ha cautivado desde la primera vez que vino a Rute. Y además de amor hay humor. Porque Rovira, Bello y Doblas coinciden en que es la vacuna más vital contra la amargura de quienes pregonan el austericidio económico y emocional.
Ahí radica la potencia creativa de “Rute Love”. ¿Realidad o ficción? Esta última es perfectamente legítima si permite pregonar, como hace Rovira, ahora sí en serio, que un mundo mejor es posible. Poco importa que la república borriquera sea un paraíso imaginario, porque en el fondo es más alentador y alberga más esperanzas que los paraísos fiscales. Entre otras cosas, el corto viene a demostrar que no hay menos verdad en la idílica reserva inventada en nuestra sierra que en lo que nos venden los medios. El testimonio de los vecinos del pueblo (sin duda, un acierto de Bello) es más creíble que las proclamas de los presentadores convertidos desde el púlpito de su plató en telepredicadores. Por eso, el público del estudio, harto de tragarse sus falacias y su verdad unidireccional, se acaba entregando al canto que emerge de la serranía ruteña. El amor, con “Dior” y con “Califa”, con Pascual, con Javier y Paco Doblas, triunfa sobre la mediocridad y el pesimismo. La autenticidad de su sueño vence a la falsa verdad mediática.
En Rute, el corto se estrenaba el pasado sábado 16 de abril. Como era de esperar, el acto fue más lejos de su simple proyección. Dadas las múltiples facetas en que se desenvuelve Javier Gómez Bello como artista y puesto que ha ido de la mano del poeta Paco Doblas, hubo el consiguiente espacio para la música y la poesía. Como lo definió Quisca Caballero al presentarlo, Javier tiene “la sensibilidad del artista pero el ego de cualquiera de nosotros”. De ahí que no le costara ganarse al auditorio. Durante una hora, tuvieron cabida el humor, la ternura, la música con los coros que dirige en Málaga cantando en directo, y con el público subiéndose al escenario como apoteosis final. Incluso quedó un hueco para la poesía más visceral, con el estremecedor romance de Paco Doblas “Te la tenían guardada”, dedicado a Lorca. Definitivamente, un mundo mejor es posible. En nuestro pueblo se defendió a palabra llena y a 24 fotogramas por segundo.