Rute vive por todo lo alto una Semana Santa soleada y de tiempo casi estival

  • La luz meteorológica que ha brillado en estos días ha sido la metáfora del triunfo de la vida sobre la muerte y las tinieblas que simboliza esta celebración religiosa

La procesión de Jesús Resucitado puso el colofón metafórico a esta Semana de Pasión

Días centrales de la Semana Santa 2023

En sentido estricto, pese al martirio de Jesucristo hasta su muerte en el Monte Calvario, la Semana Santa celebra el triunfo de la vida gracias a su Resurrección. Como bien recordó en su día el pregonero de este año de nuestra Semana Mayor, el sacerdote Pablo Calvo, sin la imagen de Jesús Resucitado nuestra Semana Santa quedaba incompleta. Para entender el mensaje pleno de la Pasión, hace falta que la vida venza a la muerte. Con esa premisa, la meteorología que ha acompañado en estos días en Rute se ha convertido en la metáfora perfecta para ilustrar ese triunfo de la luz sobre las tinieblas. El tiempo soleado ha sido el denominador común en las estaciones de Penitencia en la primera edición desde la pandemia que se ha desarrollado sin ninguna restricción sanitaria. También en este sentido la vida ha acabado por abrirse paso.

De hecho, el intenso calor se dejó sentir en jornadas como las del sábado por la tarde, con la procesión de la Soledad, o ayer por la mañana, con la de Jesús Resucitado. Aun así, el calor no ha restado público en la calle. Tras un comienzo prometedor, a partir del Miércoles Santo llegaron los días más intensos. Esa tarde-noche la procesión de Jesús de la Rosa y Nuestra Señora del Mayor protagonizó uno de los recorridos más largos. Como ocurre con la del Abuelito y la Soledad de Nuestra Señora, el Jueves Santo, y la del Nazareno y la Virgen de los Dolores, el Viernes Santo por la mañana, son estaciones de penitencia que recorren los dos principales barrios del pueblo, el Barrio Alto y el Barrio Bajo. En consecuencia, la presencia de los respectivos pasos procesionales se prolonga en los tres casos durante más de seis horas.

Otro tanto sucedió el Sábado Santo con la Virgen de la Soledad, que baja al centro del casco urbano desde su ermita situada en el Cerro de San Cristóbal, junto al cementerio del mismo nombre. Tanto en estos itinerarios como en otros más cortos, como el del Santo Entierro o Jesús Resucitado, la Semana Santa de este año ha dejado momentos en la retina o para que cada cual los guarde en su particular álbum de fotos. De nuevo la bajada en paralelo de Jesús de la Rosa y Nuestra Señora del Mayor Dolor por la calle Juan Carlos I, la subida varal con varal por el Cerro, o la bendición final de Jesús de la Rosa en el Llano protagonizaron la noche del Miércoles Santo.

Al día siguiente, el tramo del Abuelito y la Soledad de Nuestra Señora por San Pedro siempre resulta especial, con instantes sobrecogedores, como las saetas del maestro Julián Estrada. Distintas sensaciones generan la subida a la carrera por el Cerro del trono de Jesús de la Humildad, con el redoble acelerado de tambores de la Agrupación Musical Santo Ángel Custodio, en contraste con el paso solemne y pausado de la Virgen. Y allí mismo pondrían las emociones a flor de piel el Nazareno el Viernes Santo por la mañana, al son de la marcha “La Madrugá”, interpretada como de costumbre por la Banda Municipal. Después de encerrarse, a media tarde se asistió al Vía Crucis del Cristo de la Vera Cruz.

Por la noche, las novedades en el paso del Santo Entierro han sido más fruto de la necesidad. La falta de costaleros obligó a readaptar al Cristo en una parihuela cedida por la cofradía de Jesús de la Rosa. En otra parihuela, como ya había ocurrido el año pasado, fue la Virgen, portada de nuevo por un grupo de mujeres. Aunque ha sido habitual la presencia y el acompañamiento de representantes públicos y de otras hermandades en todas las procesiones, ésta es la única que tiene el carácter oficial a la hora de que formen parte del cortejo las autoridades y las cofradías ruteñas.

Desde 2019 las procesiones del Viernes Santo terminan aquí. En la medianoche del sábado salía hasta ese año la Virgen de la Soledad. Sin embargo, el cambio que se produjo a la tarde trajo consigo una metamorfosis en una procesión que ha dejado de ser de silencio. No obstante, como recuerdo del carácter que tuvo durante tantas décadas, junto a la banda de palio que acompaña ahora, se mantiene la sección de tambores enlutados.

El calor sofocante por momentos no impidió que el recorrido de Jesús Resucitado dejara también estampas para el recuerdo como la salida, la llegada a San Pedro, el paso por la carrera oficial en la calle Juan Carlos I o la vuelta a Santa Catalina. De esta forma, por todo lo alto, se puso colofón a esta Semana de Pasión, con la apoteosis de la luz que ha brillado con intensidad en Rute, para consolidar la Semana Santa como una de nuestras señas de identidad.

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