Rute se reencuentra con la Virgen del Carmen y su memoria

  • El 15 de agosto devuelve a la memoria colectiva la tradición del día grande de las Fiestas Patronales, renovado este año con el eco de la coronación canónica


 Procesión del la Virgen del Carmen 2018  

Los ecos del pregón coral del día anterior aún resonaban cuando a las nueve de la tarde del 15 de agosto la Virgen del Carmen asomaba a las puertas de Santa Catalina. Las palabras de esos cantores de la Patrona cobrarían razón de ser con su imagen en la calle. Se ratificaba la devoción que habían pregonado, el hervidero que es Rute en el día más grande de sus Fiestas Patronales. Es una tradición que se renueva cada año, un bucle infinito que desafía la fugacidad del tiempo y que ancla la personalidad de los habitantes de un mismo lugar, Rute en este caso, a una memoria colectiva a la que regresar para no olvidar quiénes somos. La historia de un pueblo se hace día a día, con las decisiones que marcan su desarrollo, su porvenir. La memoria recorre un camino paralelo, pero no siempre coincidente.

Lo saben bien quienes viven fuera. Saben que la historia de Rute la ha hecho el trabajo de su gente, la que se quedó y la que emigró y enviaba a casa lo que ganaban lejos. Pero saben también que esa historia precisa de una memoria colectiva que canalice el sentimiento de pertenencia. Todo el mundo necesita unas raíces y éstas se agarran a la tierra a través de los recuerdos más genuinos: el paisaje de Rute, su luz, sus olores, sus sabores, sus fiestas y tradiciones. Por eso vuelven ahora, a reencontrarse con su propia memoria. Algunos son muy mayores, les cuesta caminar, pero cada 15 de agosto piden a sus hijos regresar al pueblo que les vio nacer. Muchos de esos hijos son de la segunda generación, han crecido fuera, pero llevan Rute inoculado en las venas y el alma. Incluso han adquirido una vivienda aquí para asegurarse que vendrán de vez en cuando a contemplar un paisaje que no borran de su retina ni de sus sentimientos.

A todos se les ha podido ver en estos días, reencontrándose con su Virgen del Carmen, pero también con sus señas de identidad. Se han reunido con sus paisanos y todos han salido a la calle a ver una procesión que nunca es igual a las anteriores. Heráclito dijo que nadie podía bañarse dos veces en el mismo río, y podría haber concluido que nadie vive dos veces la misma procesión, las mismas fiestas, las mismas tradiciones. Esta vez no sólo se ha renovado la mirada con que observaban su pasado. Esta vez historia y memoria se unieron para dar un toque especial a un año marcado por la coronación canónica de la Virgen del Carmen. La historia se asomó al presente en las reinas y damas que habían aceptado la invitación para formar parte del cortejo.

Con ellas fueron los representantes públicos, hermandades y cofradías, la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús del Gran Poder, de Granada, y como no, la emblemática Banda Municipal. Pasearon junto a la Patrona por unas calles que vieron de nuevo (o por primera vez) el paso por el Círculo de Rute, la subida al Barrio Alto o la llegada al Paseo Francisco Salto, donde la Virgen fue mecida al compás de sus himnos clásicos antes de los fuegos artificiales. Después, al son de los himnos y marchas compuestos en los últimos años y en este 2018 con motivo de la coronación canónica, retornaría a su ermita, como retorna la gente a su rutina, como retornarán los emigrantes a sus sitios de destino, su otro hogar, con todas las raíces de la memoria regadas de reencuentro.

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