Ruido, mucho ruido

Siempre se ha dicho que el refranero español es una fuente de sabiduría ya que sintetiza en pocas frases un profundo conocimiento acumulado a lo largo de siglos. De él podemos resaltar el popular “mucho ruido y pocas nueces” o también podemos encontrar “a palabras vanas, ruido de campanas”. Parece ser que esa es la estrategia adoptada por la derecha política en estos tiempos de pandemia tan difíciles que estamos atravesando.
Por momentos, el ruido que llega desde los postulados conservadores es atronador, fragoroso, insoportable y sobre todo vacío de argumentos. Tenemos pues un enorme problema que nos repercute como sociedad y es que nos están enfrentando a unos y a otros. No podemos permitir que la política polarice y enfrente a unos ciudadanos contra otros. Es lo que ellos están intentando. El odio político no debe traspasar nuestro ámbito de vida porque saldríamos bien perjudicados.
El enfrentamiento político de todos contra todos solo busca medir las aspiraciones de cada grupo y porque no decirlo, una vergonzosa cacería de escaños. En mitad de una pandemia enorme que nos ha dado tanto dolor, tanta muerte y tanta crisis, la inmensa mayoría de los ciudadanos no podemos más que mostrar un enorme malestar por como se está tratando políticamente este asunto.
El problema antes mencionado se transforma ahora en un fracaso como sociedad, un fracaso como unidad , un fracaso como país. Y así nos va. Es un fracaso porque, en contra de lo que algunos creen, el juego político no consiste en confrontar ni echarle pulsos al que tienes sentado enfrente. Ni mucho menos, la política debe basarse en tratar de alcanzar acuerdos desde posiciones distintas, sobre todo si lo que se quiere y se desea es el bien común. Y ahora lo que importa es salvar la vida de la gente sin que nos acerquemos a un abismo en términos económicos.
Parafraseando a Groucho Marx, diríamos que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer diagnósticos falsos y aplicar los remedios equivocados. Que cada cual saque sus conclusiones, pero sería un buen lema para la ultra-derecha desquiciada de nuestro país.
Dice Abascal que el toque de queda impuesto en el Estado de Alarma es una medida del siglo XVI. Estas palabras son sin embargo mas propias de este siglo, pues son una auténtica bufonada, fabricada para el divertimento de su electorado, ese que demanda tanto ruido. Palabrería, carente de sentido que no busca nada más que alboroto y confrontación. Tenemos pues que entre todos y apelando al diálogo y al sentido común, desterrar de una vez por todas la polarización hacia la que vamos encaminados. Los términos consenso, empatía y unidad, que nos ha caracterizado estos últimos años como sociedad tienen que volver a formar parte de nuestra actitud, de nuestra vida. Esa vida que es la que merece toda nuestra atención y no tanto el ruido y alboroto que algunos proyectan. De no ser así acabaremos sordos. Ténganlo ustedes por seguro.

Deja un comentario