Radio Rute repasa un año desde que el coronavirus cambió nuestras vidas

  • Desde que el 15 de marzo de 2020 entrara en vigor el estado de alarma, ha contagiado a un 9% de la población en Rute y se ha cobrado treinta víctimas mortales

Mariana Moreno ha conducido este programa especial de Radio Rute

Un año de vidas cambiadas y truncadas por la Covid-19

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia de la Covid-19. Tres días después, el 14 de marzo, el Gobierno de España declaró el estado de alarma, que entró en vigor al día siguiente. Coincidiendo con el primer aniversario de la efeméride, Radio Rute ha emitido una programación especial. En ella, se ha analizado con los actores principales del ámbito local cómo ha cambiado nuestra vida y cómo ha evolucionado la situación sanitaria y económica en los últimos doce meses. Ha sido un año en que Rute ha sido golpeado por las tres olas de repuntes de casos, hasta el punto de que un 9% de la población ya se ha contagiado, un año de drama para muchas familias, en especial las de las treinta víctimas mortales que ha dejado el Sars-Cov-2. Pero también ha sido un año en que en Rute no han dejado de sucederse las iniciativas solidarias.

  • No está claro si sería un año para olvidar, por tanto drama, o para recordar y no volver a caer en los mismos errores

El alcalde Antonio Ruiz ha encabezado la gestión municipal para combatir la pandemia. Ha habido que tomar medidas en el ámbito sanitario y en el económico. En este sentido, ha podido actuar en su doble vertiente del regidor del municipio y presidente de la Diputación, para socorrer al pequeño comercio. En lo que se refiere a la pandemia, se muestra “precavido”. Apuesta por mantener los protocolos sanitarios, aunque admite que es “una ecuación difícil” para no deteriorar más aún la salud de la economía local. No le cabe duda que la esperanza va a venir por la vacunación. Mientras tanto, habrá que seguir adaptándose a la nueva normalidad, pero confía en que poco a poco se pueda retomar nuestra actividad y nuestros hábitos. No obstante, es consciente de que todavía hay que guardar mucha precaución.

El foco más duro de la primera ola se sufrió en la Residencia de Ancianos Juan Crisóstomo Mangas. El presidente de la fundación que la gestiona, el párroco José Gregorio Martínez, recuerda cómo se activaron todos los protocolos pero no se pudo evitar primero la incertidumbre, luego los contagios y posteriormente los fallecimientos. Admite que fueron momentos muy difíciles, pero que ponen aún más en valor la valentía de los mayores o el esfuerzo del personal de la residencia. De hecho, destaca cómo en estos meses se ha reforzado el coraje de todos, cómo se han seguido escrupulosamente los protocolos. Incluso de una situación así se sacan cosas positivas, como la solidaridad del pueblo de Rute, desde particulares a instituciones “que se han volcado”. Ahora, se ha recuperado cierta normalidad, aunque se sigue echando de menos la cercanía de la relación humana.

Junto a las personas de la tercera edad, las dependientes han sido también las más vulnerables al coronavirus. Sin llegar a los extremos de la residencia de ancianos, el Centro de Día de Arapades también se vio afectado. En la primera ola se cerró antes de dar lugar a un solo contagio. Una vez abierto, en plena segunda ola, sí alcanzaron los contagios y hubo que cerrar durante un mes. Desde finales de noviembre se está trabajando, por supuesto con todos los protocolos de prevención. La presidenta de Arapades, Natividad Leiva, remarca que están “más tranquilos” y tienen cierto “respiro”, ahora que todos están vacunados, pero no olvida que han dejado atrás un año de mucho miedo e incertidumbre. Además, pese a haber recibido la vacuna, no se quiere ni se debe bajar la guardia.

El Centro de Salud ha sido uno de los puntos donde se ha combatido la pandemia en primera línea. La enfermera adjunta María Jesús Córdoba no duda en calificar los primeros meses como “horribles”. Fueron, asegura, momentos “muy desagradables” para todo el personal, por lo desconocido de la enfermedad y por la alta incidencia en un pueblo relativamente pequeño. Cuando se alcanzó a ver que el Carnaval podía haber sido una puerta de entrada del virus en Rute, marzo había pasado. Poco a poco, se fueron conociendo los protocolos, pero aun así no dejaban de moverse entre la incertidumbre y una doble carencia de información y de material, desde mascarillas a tests. A ello se sumaba el desconocimiento de saber cuándo usar cada cosa. En aquel momento, fue clave la colaboración ciudadana, que volvió a manifestar su lado más solidario. Ahora mismo, sí disponen de todo ese material, aunque no duda que ha sido un año de aprendizaje. No tiene claro si sería un año para olvidar, por tanto drama, o para recordar y no volver a caer en los mismos errores.

El director del colegio Fuente del Moral, José Antonio Tejero, se puede considerar el “paciente 0” de la Covid-19 en Rute. Fue de los primeros en contagiarse en la localidad y el primero en confesarlo de forma pública. Su período de curación coincidió con el paso al estado de alarma, con lo cual vivió por partida doble el cambio que ha supuesto el coronavirus en nuestras vidas. Ha pasado un año, pero lo recuerda “como si fuera ayer”, porque se sintió señalado, “como si hubiera hecho algo malo”. Cree que la sociedad “se ha normalizado” en ese aspecto y ha tomado conciencia de que cualquiera se puede contagiar. Sin embargo, ahora, pasado el tiempo, confiesa que hubo gente, desde el ámbito profesional, al personal, dejó de tener contacto con él. Por fortuna, después ha tenido revisiones y, aunque le han quedado lo que en el ámbito sanitario se denomina “cicatrices pulmonares”, hoy por hoy puede hacer “vida normal”.

El Hogar del Pensionista es el único centro de Rute que no ha vuelto a abrir desde que se declaró la pandemia y el estado de alarma. Su presidente, Antonio Guerrero, confirma que ha sido un año “desastroso”. Tener doce meses cerrado el Centro de Mayores implica que sus usuarios también han estado encerrados este tiempo, ya que para algunos de los ochocientos socios es el único contacto que tienen con otras personas, aparte de los propios domicilios. Según ha explicado, va a permanecer así hasta que todos los socios estén vacunados, porque al ser un espacio interior el riesgo es mayor. Se habla de que a partir de septiembre volverán los viajes del Imserso y ello daría pie a reabrir, pero teme que la situación pueda prolongarse. De momento, le consta que el resto de centros públicos de estas características también permanecen cerrados y en cierto modo entiende que el Ayuntamiento no se pueda permitir que se origine en el seno del hogar un foco de contagio.

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