Pascual Rovira sacraliza en La Sacristía la cultura menos conocida de Rute

  • Este nuevo espacio en el Barrio Alto acogerá sus dependencias documentos como cartas de famosos, fotografías o cuadros de artistas locales

El centro acogerá obras como las del fotógrafo Francisco Montilla, que retrató a personajes como Niceto Alcalá Zamora

Pascual Rovira presenta La Sacristía como un nuevo espacio para la cultura

Se ha declarado a la muerte y ésta le ha dicho que sólo lo quiere como amigo. Así ironiza Pascual Rovira sobre su lucha (victoriosa) contra el coronavirus. Su verborrea ha resucitado revestida, si ello era posible, de más humanidad. Lleva tres décadas en la brecha con su “militancia borriquera”, la que puso a Rute en el mapa internacional en los 90. Pero también es un militante (contra) cultural. Implicó en su causa ecologista a Alberti o Cela, multiplicando las iniciativas literarias y culturales. Su pasión por los burros ha alimentado su insaciable curiosidad por crecer intelectualmente y aprender. Así restauró La Cuadra, nombre simbiótico para dos pasiones no sólo reconciliables sino bien avenidas. La Cuadra ha acabado siendo un auditorio para las otras músicas del mundo, una ventana sonora por donde entra el aire fresco de los sonidos sin etiqueta.

  • El lugar acogerá documentos de todo tipo que a través de Adebo o La Cuadra ha recopilado en estos años

La familia de inmuebles volcados con la cultura crece, con la apertura de La Sacristía. Como en las iglesias, pero desde su prisma laico nace con idéntica vocación de guardar allí lo más sagrado de nuestra memoria. Así, acogerá documentos de todo tipo que a través de Adebo o La Cuadra ha recopilado en estos años. El archivo borriquero abarca desde ediciones del Quijote a la serie de láminas de “Wila”. También incluye artículos de prensa como los de Cela en ABC, crónica viva de un Rute entre pintoresco y onírico, pero que se hizo un hueco en el mundo gracias precisamente a su originalidad.

Siempre iconoclasta, nadie le puede reprochar que abra puertas al conocimiento, al rescate de nuestros paisanos menos conocidos. Su “descubrimiento” más reciente es Francisco Montilla, ruteño considerado padre del fotoperiodismo cordobés. Suyas son las instantáneas de más de un periodo apasionante como fueron los años 20 y 30 del pasado siglo. También estaba detrás de la cámara Cristóbal Velasco, un Robert Capa local. De los dos hay muestras en La Sacristía, así como de Miguel Guerrero, pintor del que se han perdido muchos “tesoros artísticos” que había en casas antiguas de Rute.

Para el puritanismo de lo políticamente correcto, Pascual puede resultar incómodo. No respeta las formas ni siquiera consigo mismo, pero adora con reverencia el patrimonio que muchos menosprecian por no considerarse “oficial”. Lo comparte y lo hace público: antes en La Cuadra, ahora además en La Sacristía, otro espacio en el Barrio Alto, un lugar para compartir y preservar nuestra identidad, porque ¿qué es si no el patrimonio?

Ha logrado todo eso sin que su voz, su palabra y su dedo dejen de señalar a todas las instituciones y los cargos que, en vez de preservar al burro, “ponen a los zorros para conservar las gallinas”. Sigue sin plegarse a los mercados y se siente afortunado de vivir “entre rebuznadores celestiales”. Su eco sigue agitando conciencias y promoviendo reconocimientos. El más inmediato llegará el 4 de julio en Bujalance, en las XIV Jornadas Andaluzas sobre Sostenibilidad en el Medio Rural. Serán telemáticas, pero el premio será real para un luchador que sigue dando guerra desde su mensaje de paz.

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