El Pantano cae a un cuarto de su capacidad

  • La ausencia prolongada de lluvias deja al Embalse de Iznájar al 25% de su capacidad y hace que vuelvan a aflorar las ruinas sepultadas bajo las aguas


De poco han servido las recientes lluvias caídas en Rute y los alrededores para compensar tanto tiempo de sequía. La escasez de precipitaciones durante tantos meses, algunos con ausencia total de lluvias, ha dejado de nuevo el Pantano de Iznájar bajo mínimos. El llamado “Lago de Andalucía”, el mayor de la comunidad autónoma, apenas si cubre una cuarta parte de su volumen. Tal y como refleja el portal embalses.net, que recoge los datos de todos los pantanos del país, el de Iznájar sólo cuenta en estos momentos con 250 hectómetros cúbicos de los 981 que tiene como capacidad máxima. Ello, en efecto, deja un raquítico 25,48% de agua embalsada.

Estos alarmantes datos quedan más en evidencia si cabe al ponerlos en perspectiva con lo que cabría esperar en esta época, un mes después de que comenzara el otoño. Ni siquiera el año pasado, que también fue bastante seco, la fría estadística pintaba un panorama tan desesperanzador. A estas alturas, el Pantano se hallaba a un 30,99% de su capacidad, con 304 hectómetros cúbicos. Peor aún resulta la comparativa a lo largo de los diez últimos años. Durante ese período, la media de agua embalsada en estas mismas fechas es de 556  hectómetros cúbicos, un 56,73% del total.

Para encontrar una fotocopia del panorama actual hay que viajar en el tiempo tres años atrás. Entonces los niveles llegaron a descender hasta situarse en sólo el 23%. La sequía de 2017 dejó al descubierto la memoria que el embalse guarda bajo sus aguas. En esos meses afloraron dos restos de nuestra historia, separados a su vez por varios siglos, ambos en el término de Rute, al final del Camino del Pamplinar. Uno fue una antigua almazara romana, que suscitó el estudio de arqueólogos e historiadores. También quedaron a la vista las ruinas de la escalinata y el antiguo cortijo de “La Viudera”, que durante unas semanas se convirtieron en insólito destino turístico de curiosos lugareños y visitantes. Ahora los restos de ese cortijo han vuelto a “emerger”.

Esa instantánea, a la vez curiosa e inquietante, es la consecuencia de una primavera y un verano de nuevo muy secos. En septiembre no ha cambiado la tendencia. El primer mes del otoño y del nuevo año agrícola se cerró en Rute con apenas 7,5 litros por medio cuadrado. Octubre dejó 19,9 litros el día 2, pero tras ese arranque esperanzador no volvió a llover hasta el día 20, en que se recogieron 8,4 litros. Son, pues, cifras aún muy bajas para recuperarse de un déficit hídrico que se prolonga desde hace muchos meses.

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