Alfredo Sánchez Navajas recrea en “Padre del yermo” el Rute y la España de la Guerra Civil

  • En su nueva novela no menciona de forma voluntaria el nombre del pueblo, pero el contexto y las referencias en que se desarrolla son inconfundibles

  • El libro se ha presentado en el salón de actos de la Cooperativa Agrícola, de la que el propio autor es socio en otra de sus múltiples facetas, la de escritor

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Sánchez Navajas concluyó la ronda de intervenciones, detallando los muchos guiños que hay a Rute en la novela

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Un libro “en” Rute, donde no se menciona Rute. Eso, entre muchas más cosas, es “Padre del yermo” (Editorial Última línea), la nueva novela de Alfredo Sánchez Navajas, médico, pediatra y psiquiatra, que aunque no naciera en Rute lleva al pueblo en las venas. El nombre no aparece, pero el autor se encarga de proporcionar toda la información adicional para la ubicación de la historia resulte inequívoca. ¿La explicación? Huir del localismo sentimental. Pero también hay un guiño al lector paisano, que con las pinceladas del contexto reconoce al instante esas raíces comunes. En realidad, Rute representa para su protagonista, Fernando, lo mismo para su autor, el lugar al que se vuelve, por más que la vida lo lleve a otros destinos. La novela, en efecto, va y viene, de la España de los años 30, en pleno golpe militar y estallido de la Guerra Civil, a la Alemania donde Fernando ha ultimado sus estudios de Psiquiatría, pero pasa una y otra vez por ese pueblo que no se menciona y en la ausencia de su nombre se hace más presente. Es a su vez una historia de amor y un retrato de la soledad a la hora de enfrentarse a la adversidad. De hecho, el título, asegura el autor, hace referencia a esa soledad “no elegida”.

  • El personaje principal crece en valores con la narración, de modo que el lector llega a empatizar con él
  • Para Rocío Antón, el autor ha sabido “rematar” su novela y logra mirar una historia vieja con ojos nuevos
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Antes y después del acto, el autor firmó numerosos ejemplares entre el público asistente

Tras el estreno pertinente en Málaga, sede de Última línea, la novela se ha presentado en Rute. El lugar elegido fue el salón de actos de la Cooperativa Agrícola, de la que el propio Sánchez Navajas es socio, en otra de sus muchas facetas, la de agricultor. El primero en hablar fue su presidente, Francisco Cabrera, que subrayó que, a pesar de que éste es un municipio pequeño, cuenta con un número notable de escritores. Aunque no se sienta “un experto en literatura”, Cabrera sí se considera un asiduo lector. Con esa perspectiva, cree que esta novela podría engrosar las listas de superventas si estuviera firmada por algún escritor más famoso o “con unos canales de difusión más amplios”. Recogiendo el testigo, la concejala de Cultura, Ana Lazo, manifestó la alegría de poder presentar tantos libros. Cree que estamos ante un fenómeno “excepcional”, porque Rute es un pueblo “culturalmente muy vivo”.

A continuación, adelantaron lo más atractivo de la novela dos personas muy vinculadas al autor, el editor José María Molina y la dinamizadora de la biblioteca, Rocío Antón. De hecho, Molina confesó que están unidos “en la literatura y en la vida”. El director de Ánfora Nova comenzó recordando la anterior novela de Sánchez Navajas, “El escribano”, publicada en esta editorial ruteña. En su opinión, “Padre del yermo” sigue su estela, contando una historia de amor en medio de la Guerra Civil. En ese contexto “dramático” hay hueco para la emotividad e incluso lo cómico. Para Molina, uno de los méritos más sobresalientes es la capacidad para ensamblar el argumento. El personaje principal crece en valores conforme avanza la narración, de modo que el lector “llega a empatizar con él”. En definitiva, cree que estamos ante una novela “vibrante, que rezuma el triunfo de lo humano sobre la barbarie, del amor sobre la desdicha”.

Ese mismo adjetivo, humano, lo utilizaría Rocío Antón. Piensa que escribir sobre la Guerra Civil es difícil, no sólo por lo “espinoso” del tema, sino por lo mucho que ya se ha contado. Lo original en Alfredo Sánchez Navajas es que ha escrito “desde lo humano”. Es consciente de que hay un protagonista, que no es de ningún bando, “pero al que etiquetaron, como a tantos”. Su mayor virtud es que mantenga la lucidez “en medio del desastre”. Hay hombres y mujeres “excepcionales, frente a otros crueles”, y “dos perfiles de mujeres, la real y la ideal”. Ésta aparece “como un faro, algo de agradecer si es un hombre quien lo cuenta. Otros dos aciertos que no pasó por alto fueron la riqueza del lenguaje y el retrato que se hace de la sociedad de la época. Rocío Antón sentenció que el autor ha sabido “rematar” su novela. Asegura que al terminar de leer, se tiene la sensación de “mirar una historia vieja con unos ojos nuevos”.

Por último, tras dar las gracias a sus compañeros de mesa, y puesto que éstos ya se habían detenido en el contenido de la novela, Sánchez Navajas se centró en el oficio de escribir, en las dualidades del escritor y el lector. Reconoce que al terminar un libro queda “la paz de no enfrentarse a la página en blanco”. Para los que conforman “la clase media de la literatura”, entre la que se incluye, no deja de ser un reto decir “algo que no resulte manido”. Después, desaparece esa incertidumbre, “pero también el placer de crear”. Cualquier escritor acaba siendo “una especie de Dios” con sus personajes, “cambiándoles el paso respecto a lo que se espera”. Sin embargo, la imaginación es tan poderosa que, cuando el libro está en sus manos, cada lector vuelve a recrearlo.

En cuanto a las ideas que deja su novela, se queda con “la mirada sin bordes de la protagonista” y con el hecho de que la dureza de la vida “hace que personajes mediocres sean grandes”. Y una advertencia como conclusión: no hay tanta diferencia entre la España de los años 30 y la actual. Sospecha que, si bien ha habido cambios sociológicos, “en la esencia de la psicología nacional, si es que existe, da la impresión de que este inquieto pueblo nuestro no ha encontrado su estabilidad mental”. El acto finalizó repitiendo el preámbulo, con el autor firmando ejemplares entre el numeroso público asistente, entre quienes, sin haber nacido en Rute, son sus paisanos y amigos.

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