Oscuridad

‘Negras tormentas agitan los aires’ de una Europa malparada por la situación de la pandemia. Tantas y tantas cosas se han dicho ya, tantos reproches, discusiones, enfrentamientos…No vengo yo a sumarme a estas quejas.
Mucho más allá está la realidad de lo que se avecina, unas navidades más que atípicascasi míticas vista la necesidad imperante de, al menos en este momento, poder abrazar a nuestros familiares, especialmente a nuestros mayores. Paradoja donde las haya pues, precisamente es esta expresividad física la que vamos a tener que evitar.
Esta situación nos está marcando de manera profunda en ciertos aspectos de nuestra conducta, en nuestras prioridades, en las relaciones sociales, incluso en el valor que ahora le damos a las cosas.
Pero lo que más debería preocuparnos de la “nueva” percepción de la realidad, es la normalización del odio que con sí está arrastrando el auge del fascismo. Y considero que este asunto merece toda nuestra atención.
Las cuestiones políticas pueden ser o no, de nuestro agrado; podemos estar más o menos cerca de los debates,de las decisiones, discusiones o eventos que caracterizan al mundo de la política, pero, en cualquier modo, siempre nos acaba llegando la actualidad por vía directa o indirecta de lo que políticamente está pasando en este momento. Y como esto es así de fácil por la maxi información a la que estamos expuestos, podemos afrontar tranquilamente la cuestión y observar que, efectivamente, está inflada de odio.
No podemos permitir que se normalicen terminologías bélicas en nuestro día a día. Estoy cansado de que ciertos políticos mamarrachos pretendan que nos pongamos en pie de guerra contra nosotros mismos y que nos odiemos los unos a los otros. No existe terrorismos en nuestro país; no nos estamos defendiendo de nada ni de nadie puesto que nada ni nadie nos está amenazando; no existe ningún gobierno golpista ni ninguna de las miserables barbaridades que sin inmutarse escupen diariamente. Señores y señoras de la derecha, ustedes son unos sin vergüenzas.
La falta devalores éticos y morales del fascismo es sobradamente conocida, pero, la falta de rigor histórico y científico hacen que su discursono sea otro que una envenenada lengua de serpiente que susurra mentiras al oído de su propia presa. A veces tengo la impresión de que disfrutarían viendo a este país inmerso en algo similar a un apocalipsis pues similares son las comparaciones cuando hablan de la situación en la que nos encontramos.
Rozan tan de cerca el esperpento que viven en la deformidad. Bastaría pensar en la “pureza españolista” que defienden para darnos cuenta de que nada tiene que ver con el pueblo ni con la idiosincrasia alegre y bondadosa que nos caracteriza. No podemos sentirnos representados por una idea que pone en tela de juicio nuestra propia existencia si nos alejamos de sus cerrados y estrechos dogmas.
Precisamente ahora que se acerca la navidad, debería ser momento de reflexión y momento de apaciguar los ambientes, que bastante hemos tenido ya con este año como para vivir envenados por unos envidiosos deseosos de poder a costa de nuestra propia salud mental.
¡Viva la libertad, viva el pueblo y viva el antifascismo!

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