Nueva normalidad, misma devoción

  • Las Fiestas de Mayo en honor a la Virgen de la Cabeza se celebran de un modo diferente, pero con el fervor popular de siempre por la Morenita

 

No podían ser unas Fiestas de Mayo como las de siempre porque de antemano se sabía que la Virgen de la Cabeza no celebraría ninguna de sus dos salidas procesionales. Aun así, la tradición también ha aprendido a convivir con las restricciones. El corazón visceral, en el que prima la salud, se ha medido cara a cara con el emocional, el que en un momento dado no atiende más razones que las que le dicta la devoción por una imagen. Conscientes del fervor que arrastra la Morenita en Rute, la junta gestora de la cofradía que preside Carmen Caballero y el párroco Carmelo Santana tenían claro que no podía faltar un programa de cultos y actos adaptado a las circunstancias.

El resultado han sido unas fiestas diferentes, pero con el fervor de siempre. Porque el coronavirus ataca y fulmina los órganos vitales, pero no daña algo igualmente vital como es la memoria colectiva. El sentimiento común de tantos siglos pasados se ha hecho presente en un espacio más limitado, la parroquia de San Francisco de Asís. Por allí desfiló la riada humana que otros años inunda las calles de Rute para asistir a la ofrenda de flores del sábado. Esta vez se ha hecho de forma escalonada, a lo largo de todo el día, desde primera hora de la mañana, tras el rosario de la aurora. Así, poco a poco, se fueron llenando las columnas y los pies del altar al ritmo de los coros romeros. El coro de “La Morenita” y el de la Real Cofradía volvieron a rezar cantando de ese modo tan único que se hace en Rute, con el alma y la música.

Y llegó el segundo domingo, extraño esta vez, sin procesiones, pero con la solemne función religiosa que precede a la salida matinal. El sacerdote Carmelo Santana recordó a esos caleros que entroncan con este mito devocional, pero sobre todo habló de la simbología religiosa de la coronación. Lo hizo justo el día en que se cumplían 35 años desde que la Morenita está coronada canónicamente, con las cámaras de Canal Sur de testigo para toda Andalucía. Sólo un grupo reducido pudo verlo en vivo en el interior de San Francisco. Para quienes se habían quedado a las puertas de la parroquia, una enorme pantalla canalizaba en sus píxeles las emociones que latían dentro.

Después, la iglesia permaneció abierta el resto de la mañana, para hacer patente la ausencia de la Morenita en la calle, para visitarla, para recordar que ese día había de seguir donde está el resto del año. Por la tarde a las ocho estaba previsto que la gente pudiera verla en el dintel de San Francisco, con el concierto de la Banda Municipal, pero los chubascos previos llevaron a suspenderlo. Sin embargo, una hora más tarde se evidenció que no hay música más viva que la que surge de forma espontánea de las gargantas. Y así cantaron las que se agolparon en el Llano, entonando los himnos que marcaba la charanga Silosé Novengo. Sus sones se fundieron con los cohetes finales que gritaron al cielo de Rute el deseo de recuperar en plenitud de calle un sentir de siglos que ni la pandemia ha borrado.

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