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El cantaor y músico ha estado con un equipo de rodaje en la Sierra de Rute preparando material visual y sonoro para su próximo proyecto discográfico
Francisco Contreras Molina podría pasear por la calle de forma casi anónima. Tiene un nombre y unos apellidos de lo más común. Es cuando se metamorfosea en el Niño de Elche cuando adquiere un nombre propio al desatar todo su arte. Tiene tanto, y tanto talento, que el flamenco del que mamó desde sus orígenes familiares granadinos se le queda corto. Necesita que el cante y la guitarra sean campos abiertos a otros sonidos. Tal vez aprendió del maestro Enrique Morente, precisamente de Granada, que el purismo no es lo mismo que el puritanismo. De igual modo, puntualiza que no es lo mismo “ser conservacionista que conservador”.
- El nombre del burrito apadrinado, “Excluido”, simboliza todos los prejuicios y etiquetas que rodean el mundo del arte
Esa filosofía “artística y vital” lo hermana con Adebo y desgarra su garganta en un grito fundido en un rebuzno. El proyecto de conservación de los burros en la naturaleza que abandera desde hace tres décadas Pascual Rovira lo ha traído a la Sierra de Rute. En este “espacio sonoro” ha estado varios días preparando “vídeos y sonidos” para su próximo disco y el espectáculo paralelo. Asegura que el entorno de la Sierra es “una caja de resonancia absoluta”, pero a la vez matiza que la acústica también depende “de quién escuche”. Por suerte, sentencia, en Rute “los oídos están bien entrenados” por gente como Pascual Rovira, que ha creado un rincón que roza “lo mágico”.
En su opinión, Pascual tiene la misma pasión con la que él tanto conecta. También comparten compromiso, si bien cree que en estos tiempos el mero hecho de ser artista ya es comprometido. El suyo, en cualquier caso, es un arte inclusivo, por más que parezca una paradoja con el hecho de que ha puesto al ruchito que ha apadrinado “Excluido”, bautizado con el tradicional chorro de anís de Rute. El nombre va en la línea de su próximo proyecto discográfico, que pone en tela de juicio “los prejuicios, los sambenitos, las etiquetas”. Con frecuencia, los artistas, empezando por él mismo, aunque terminen siendo reconocidos, han sentido esa exclusión “en un momento dado”.