Un mes para no olvidar

Septiembre nos marca en el calendario la efeméride de la enfermedad de Alzheimer, un mal que padecen numerosas personas y que destruye lo que nos define como tales: nuestros recuerdos y nuestra capacidad para interaccionar con el mundo que nos rodea. Cada año rememoramos esta cita en el calendario para hacernos recapacitar sobre la importancia de la atención individual, de las terapias paliativas, de la atención en centros de día, y de la necesidad de más inversión pública en investigación y desarrollo de nuevas terapias y fármacos efectivos. Es un mes que debe servirnos para no olvidarnos de pedir más porcentaje de los presupuestos generales del Estado dedicados a Investigación Científica. De no ser así, jamás acabaremos con multitud de males y de dolencias, de enfermedades y dolor en las familias. Si por algo debe caracterizarse nuestra sociedad es por su ímpetu en la lucha para mejorar nuestras condiciones de vida. Y sin I+D+I será imposible avanzar en la erradicación de las enfermedades que a día de hoy parecen insalvables. Alcemos nuestra voz para exigir al Gobierno de España mayor inversión pública en proyectos de investigación, mayor financiación para nuestros investigadores, y mayor apoyo a nuestras Universidades Públicas. Es el camino hacia un futuro mejor.

Septiembre debe ser un mes para no olvidar también por otras cuestiones. Se vislumbra un futuro incierto para el Estado de las Autonomías. El descontento con el actual modelo de financiación autonómica ha llevado a la ruptura del clima de convivencia pacífico que hasta ahora se había mantenido. Es hora de hacer política a lo grande, y no de intentar remediar la falta de política con exceso de justicia. El diálogo debe servir como vía de búsqueda de soluciones. Soluciones en las que todos tenemos derecho a participar y de las que nadie debe quedar excluido. Si no sentamos las bases democráticas con las reformas constitucionales y legislativas necesarias, abriremos la brecha social aún más de lo que a día de hoy se ha abierto. Las reformas se hacen necesarias cuando los modelos de gestión pública quedan anclados en el pasado, pues fueron coherentes con las realidades sociales de aquellas épocas. Pero la sociedad avanza y el Estado debe avanzar legislativamente para seguir integrando, sumando, mejorando en cuantos aspectos sea necesario para mantener la unidad que nos caracterizó en 1978. Una urna no debe ser motivo de miedo en cualquier democracia consolidada. Lo importante es definir con exactitud qué se va a votar y quiénes tienen derecho a participar en dicha votación. El problema reside en la ineficacia del método de Rajoy en esta ocasión. Pensaba él que no haciendo nada las cosas se solucionarían… y ahora toca hacer demasiado en poco tiempo. Y cuando el trabajo se acumula, los errores también. Llegar a soluciones drásticas en temas que necesitan de diálogos extensos puede desembocar en una ruptura social que para nada hace bien a nuestra convivencia. Si se quiere volver a la senda del raciocinio, ambas partes deben cejar en su empeño de imponer “su verdad” mediante el autoritarismo o la desobediencia. Ninguna de las dos formas construye democracia. Si se quiere construir democracia de verdad, hagan política. Siéntense. Hablen. Marquen objetivos y busquen soluciones intermedias en las que todos se sientan cómodos. España debe integrarnos a todos.

Por último nos gustaría recordar también la necesidad de disminuir el consumo de agua. Estamos en una sequía brutal y el otoño parece no traer mucha agua. Usemos sólo el agua necesaria sin abusar de ella.

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