Y mayo llegó a Rute

  • Durante todo el fin de semana que rodeó al segundo domingo del mes se vivieron los días grandes de las Fiestas en honor a la Virgen de la Cabeza

Con la “Bajada” del altar, la Morenita, en palabras de Andrés Cobos, “pasa a ser del pueblo”

FIESTAS DE MAYO VIRGEN DE LA CABEZA 2025
Y mayo llegó. Con menos sol, pero igual de luminoso en los corazones de los “cabezones”, como llaman en Rute a los devotos de la Virgen de la Cabeza; con menos calor, pero con el ambiente igual de caldeado que en cada segundo domingo del mes. Ese día se agitan en el pueblo los cimientos de la memoria y en el Barrio Alto se genera un terremoto de emociones, vivencias y recuerdos, con epicentro en San Francisco, cuya onda expansiva de fervor se propaga más allá del límite del pueblo.

Porque así es mayo en Rute, cada año lo mismo, cada año diferente. Lo anuncia la rumba de una advocación sevillana. No importa. Los caminos de la devoción son bidireccionales. Van y vienen de Sevilla a Rute, de Rute a Andújar. “Ya llega mayo”, canta una letra que en el coro de la real cofradía ha entrado como un guante, porque este mes es sinónimo de Morenita. No es de extrañar que el presidente de la cofradía, Andrés Cobos, ironizara en la función religiosa con el hecho de que los “cabezones” miden el año “de mayo a mayo”.

Podría haber dicho que lo miden de mayo a abril, porque es entonces cuando “se calientan motores” en Andújar. Para Rute, la romería del Cerro del Cabezo no es más que el preludio de lo que aquí está por venir. Entre esos dos meses se concentra la devoción por la Morenita, pero de forma notable la corriente de fervor cae en catarata hacia el segundo domingo de mayo, por lo general el segundo fin de semana al completo.

Como si de un Adviento o una Cuaresma se trataran, la aurora, la estancia en Sierra Morena, el recibimiento de los Hermanos de Andújar, la novena, la coronación y el pregón, sirven de preparación para lo que ha de pasar en estos dos días. Son eventos que anuncian que, en efecto, “ya llega mayo”. Porque esa semilla de fervor que germina en las semanas previas florece en todo su esplendor en estos dos días. Resulta inexplicable, milagroso dirían, que unos versos ajenos resuman tanto un sentimiento.

Esa floración es ese “algo en el ambiente” que invita a soñar, a dar sentido al dicho de que Rute sueña con mayo. Así, el sábado por la mañana, mientras los pequeños disfrutan con el acto lúdico-solidario de la Asociación Cultural “Morenita, Reina de Rute” a beneficio de Cáritas, el cuerpo y la devoción se van preparando para convertir las calles del pueblo en una riada de fervor. Justo eso es la ofrenda de flores, con la que avanza la tarde a la par que empieza la cuenta atrás para el día grande.

La ofrenda representa una ocasión anticipada de contemplar a la Morenita tal y como se la podrá ver horas más tarde en la calle, apenas termine la función religiosa. Es justo después de que el corazón se encoja y la razón se nuble buscando palabras para lo inefable, es decir, justo después de la “Bajada”, cuando la Virgen de la Cabeza desciende del altar llevada en volandas por los hermanos de varal. Es entonces cuando, palabra de Andrés Cobos, “pasa a ser del pueblo”.

Mayo llega en realidad cuando llega el segundo domingo. En una romería urbana singular, merecedora de que éstas sean Fiestas de Interés Turístico Andaluz, la primavera se abre paso alrededor de su trono de carroza. El fervor explota en una sinfonía de color y cantos al son del trino de los coros romeros, el de la cofradía y el de “La Morenita”, y las notas de la Banda Municipal, que desde la mañana siembran de “Morenita y pequeñita” las calles del pueblo. A lo largo de la procesión de la mañana se esparce esta semilla de fe hasta volver a florecer en los Cortijuelos, la calle donde un grupo de caleros la plantó por primera vez hacia 1555.

Así es mayo cuando llega a Rute, una metamorfosis que va de la parroquia de San Francisco a la calle, de la algarabía de la romería urbana a la solemnidad de la procesión de la noche. Entre el colorido romero de la mañana y el rigor de los trajes y las mantillas nocturnos sólo hay dos puntos en común: la Virgen de la Cabeza y la devoción que despierta.

Mañana y noche se funden en ese nexo con el hilo conductor de la Banda Municipal, que entreteje con los himnos las costuras de una memoria colectiva. Conforme se alejan de la parroquia se dispersan entre marchas más pomposas, para volver a concentrarse y repetirse a partir del último tramo del Cerro. Lo dicen los lugareños: “Ya vuelve a su barrio”. Y los hermanos de varal vuelven a bailarla, entre sones de marchas e himnos, hasta el “Morenita y pequeñita” final en la plaza que lleva su nombre.

Así llegó mayo un año más a Rute, como viene llegando desde hace casi cinco siglos. Llega con tanta fuerza que no se acaba de ir del todo. Por eso los “cabezones” no dejan de soñar con que llegue de nuevo. Este año el sueño se ha hecho realidad con la Virgen de la Cabeza recién restaurada. Al despertar, su pueblo pudo verla como nunca, mirándola como siempre.

Deja un comentario