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La autora cordobesa protagonizó la “Ronda andaluza del libro”, de manos del Centro Andaluz de las Letras
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Estos encuentros literarios propician el diálogo entre poetas y un público minoritario pero fiel
Desde hace años una cita fija en la agenda cultural de otoño es la visita de alguna figura destacada en la poesía. Vienen de la mano del Centro Andaluz de las Letras, que hace ya casi dos décadas suscribió un convenio con el Ayuntamiento de Rute. Dicho acuerdo ha seguido renovándose hasta la fecha. La novedad es que este encuentro literario llega como actividad denominada “Ronda andaluza del libro”. Pero en esencia el contenido y la finalidad son los de siempre: acercar la poesía y fomentar el cara a cara entre el autor invitado y un público tal vez no muy numeroso pero siempre fiel. Lo sabe bien la invitada de esta ocasión, la poeta cordobesa María Rosal. No ha sido ésta su primera visita a Rute. Ya estuvo en 2007 dentro de estos mismos encuentros. Además, ha formado parte de alguna antología de la editorial Ánfora Nova.
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También resalta esa fidelidad Antonio José Gómez. Antes de ejercer como concejal de Cultura, Gómez ha asistido a muchas lecturas similares. Recuerda “las mismas caras”, no muchas, en efecto, pero siempre fieles. En el caso de la poesía, cuesta imaginar otra puesta en escena: espacios intimistas, pero que permiten “poner cara a la poesía” para acercarla a la gente. He ahí su necesidad, unida al factor de interactuar con el público. De nuevo se remite a su etapa anterior a la de concejal. Como presidente de la asociación Artefacto, sabe del diálogo que fluye a uno y otro lado de la mesa.
Justo en esas premisas se basó María Rosal. No vino a Rute “a leer poesía sino a hablar de poesía”. Quiso compartir esa “experiencia vital de lectora”, que es anterior a la de escritora. Es de la lectura de donde nacerá primero el disfrute y es ese disfrute lo que quiere estimular desde su faceta de docente, como profesora en la Universidad de Córdoba. En este sentido, apela al fomento de la poesía “no sólo desde las instituciones, sino en la escuela, el instituto y la universidad”. Iniciativas como la de Cosmopoética son una ayuda complementaria y fundamental. El resultado de esas acciones es que, aunque tarde, una vez que la poesía atrapa al lector, ya no se separan. Poco importa que lo que enganche sea un poema, un poeta, una generación o una antología.
No son meras consideraciones teóricas. Su huida de “la torre de marfil” la llevó a la práctica con el público congregado en la Biblioteca Municipal. Más que leer sus poemas, intercambió impresiones en torno a ellos. Compartió con los asistentes cómo la poesía la había rescatado del destino a que parecía ligada una mujer en su Fernán Núñez natal y demostró, en fin, que se puede ser ácido, crítico y desgarrado desde la ironía y la ternura. Declarando intenciones, reconoció algunos lugares donde se nutre su obra creativa: “Macondo, un patio de Sevilla y el Jardín Extranjero”. Dicho de otro modo: Gabriel García Márquez, Antonio Machado y Luis García Montero. Más cerca, como cordobés, está Pablo García Baena; o la poeta que se reivindica este año desde el Centro Andaluz de las Letras, Pilar Paz Pasamar. No esconde, pues, sus influencias en la misma medida que huye de las etiquetas. Tan sólo se trata de decir algo “de la mejor manera” y disfrutando de ello. De nuevo disfrutar con la poesía. Nada más y nada menos.