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El Cronista Oficial de la Villa ha protagonizado la XXVII Exaltación de Humildad y Soledad, en la que contó con Fátima Rabasco como presentadora
En Rute se sigue viviendo el ambiente previo a la Semana Santa, con los cultos y actos cuaresmales. El último sábado de marzo llegaba en la ermita de San Pedro la XXVII Exaltación de Humildad y Soledad, organizada por la hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad (el Abuelito) y la Soledad de Nuestra Señora. El exaltador de este año ha sido el Cronista Oficial de la Villa Manuel García Iturriaga. El papel de presentadora ha recaído en Fátima Rabasco, anterior presidenta de la hermandad. De introducir el acto se encargó su sucesor y actual mandatario, Pedro De la Rosa.
A continuación, la joven repasó en verso el ambiente que se vive en Rute y en especial en el barrio de San Pedro en torno al Jueves Santo, antes de trazar una semblanza del exaltador. Rabasco lo describió como “un cofrade de los de antes”, un “hermano crucero”. Además de su labor profesional, destacó su condición de “ilustre literato” y su “vocación de servicio” al pueblo de Rute. También repasó su trayectoria cofrade y su contribución bibliográfica a la historia local. En definitiva, estamos ante un hombre “comprometido con sus raíces”.
- Iturriaga recordó el impacto emocional que le supuso ver como penitente la devoción y el recogimiento de una sociedad aún lastrada por la posguerra
Iturriaga recreó su experiencia personal como penitente del Abuelito, que supuso el acercamiento a esta hermandad. Antes, había dejado claro que no hablaba ni el cronista ni el investigador local, sino “el corazón del devoto”. Sin olvidar que es vecino y cofrade de la Vera Cruz, recordó cómo empezó a querer a esta hermandad. Para ello, no recitó versos propios, pero sí recurrió a los de autores como Gabriel y Galán, Lope de Vega o Gerardo Diego. Con ellos viajó en el tiempo a la segunda mitad de la década de los 50, cuando la hermandad vivió “una etapa de oro”. En ese contexto dio él sus primeros pasos como cofrade a la vez que los primeros en la imprenta familiar. Allí se confeccionó el cartel para el concurso de saetas que organizaba la hermandad y las circunstancias le llevaron a ingresar en el cuerpo de penitentes del Abuelito.
El adolescente de entonces acusó el “impacto emocional” de aquel acercamiento iniciático al Jueves Santo: el recogimiento y la devoción de quienes veían pasar ante su puerta aquellas imágenes, “el único consuelo” para mucha gente aún lastrada por los estragos de la posguerra, la subida por el Cerro “como si fuera el monte Calvario” o la llegada a su barrio y la ermita de la Vera Cruz. Durante una década reviviría esa experiencia en lo que fueron años de “madurez física y espiritual”.
Después, la hermandad viviría una etapa más difícil, en la que incluso peligró la salida procesional de los titulares. Sobrevivió gracias a una gestora que sentaría las bases para la inyección de savia nueva hasta que Manuel Arcos asumió la presidencia. Según Iturriaga, Arcos es el heredero del periodo de esplendor comandado por “Frasquito José” Alba, como lo llamaban los amigos, pionero de una saga que va ya por su tercera generación. Bajo la presidencia de Arcos, empezó el Vía Crucis del Viernes de Dolores con el Cristo de la Expiración.
Fue entonces cuando el exaltador se fijó en la expresión “conmovedora” de su talla. En plena madurez, Iturriaga era capaz de advertir otros matices ligados a estas imágenes, como el nombre (antepuesto) de la Soledad de Nuestra Señora, como si fuera “el octavo dolor”. En el otro extremo, la Dolorosa recibe el apelativo de “la Abuela”, como una seña de identidad que aúna “el nombre más cariñoso y el personaje más entrañable”. Iturriaga concluyó apelando a un mensaje de “reconciliación”, para que la estación de Penitencia del Jueves Santo sea “el colofón” al camino de todo un año.
Tras su exaltación, se regalaron sendas placas a él y a su presentadora. Para concluir, se impusieron las medallas y se les entregaron los báculos correspondientes a los hermanos mayores de este año. Los del Abuelito son Juan José Pérez Alba y su esposa, Yolanda Ruiz Granados; y los de la Virgen, Dolores Pérez Alba y su marido, Juan Pedro Muñoz López.