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El profesor de Filosofía e instructor de yoga presenta un libro que recoge cien reflexiones para afrontar los problemas existenciales con una mirada más positiva
A finales de 2024 veía la luz el libro “La sonrisa interior. Reflexiones para la vida”. En él, el ruteño Manuel Ángel Gámez aporta justo cien reflexiones para afrontar el día a día con otra mirada, más positiva, más optimista. Profesor de Filosofía jubilado a finales del pasado curso, Gámez lleva también años aportando sus conocimientos como instructor de yoga. Quienes asisten a estas sesiones le pidieron tiempo atrás una serie de recomendaciones o consejos para sentirse mejor. Fue así como esas “píldoras”, como el propio autor las llama, fueron tomando forma hasta plasmarse en un libro.
De inmediato se planteó la idea de presentarlo en Rute. Sin embargo, no ha sido posible hasta ahora, porque la primera tirada se agotó enseguida. Ha hecho falta una segunda edición para poder dar a conocer esta “sonrisa interior” en su pueblo. Para ello, el CEMAC Pintor Pedro Roldán se llenó de amigos, familiares, alumnos y seguidores del profesor. De introducir y conducir el acto se encargó la concejala de Cultura, Dolores Ortega. Según dijo, el libro refleja “la misma pasión por el conocimiento” que caracteriza a su autor. Sus poco más de cien páginas revisan conceptos conocidos, pero con una nueva visión, invitando al lector a “reflexionar y dialogar con las ideas”.
La tarea de contextualizar al autor correspondió a Manuel García Iturriaga, Cronista Oficial de la Villa. Lo hizo en lo profesional y en lo personal. En el primer caso, se refirió los escasos “antecedentes filosóficos” de nuestro pueblo. Así, citó a Luis de Rute, filósofo krausista nacido en Málaga, pero de ascendencia ruteña. También mencionó el referente clásico cordobés Séneca. Sobre ese sustrato, definió a Manuel Ángel Gámez como “un educador de almas”.
- La idea del libro, tomada del taoísmo, no significa negar los problemas se la vida, sino aprenderá a afrontarlos de otra forma
Según el cronista, ese modo de pensar y proceder, de ser “un enamorado de su trabajo”, le viene de familia. Su padre, Manuel Gámez Aguilera, “el chache Manolo”, como le conocían en casa, no sólo fue “un señor con mayúsculas” o alguien que innovó en la forma de vender los licores de Rute. También era “un estoico de los pies a la cabeza, un doctor en la universidad de la vida”. Las trayectorias del padre y el hijo han ido “paralelas”. Como su progenitor, el profesor ha asumido la tarea de “ayudar a sus congéneres”, en su caso “para encontrar la paz interior”.
En esa idea profundizó Myriam Amián, compañera del autor en las sesiones de yoga. Amián lleva tres décadas practicando esta disciplina e indagando en otras corrientes filosóficas, como el taoísmo. Aunque el primero se origina en la India y el segundo en China, comparten puntos en común, como el camino o la armonía interior. Conceptos tan taoístas como el ying y el yang o la sonrisa interior están muy presentes el libro.
Según la profesora, estas cien reflexiones tienen una estructura de planteamiento, nudo y desenlace. Son cortas, por lo general de una sola página, con un formato de edición que se asemeja a los versos de un poema. El final siempre es el mismo, repetido como un mantra, invitando a disfrutar y cultivar esa sonrisa interior y, si es posible, exteriorizarla. Todas dicen algo, “pero a cada uno o en cada momento llega más una u otra”. Por eso se puede alterar el orden de su lectura.
El turno final correspondió al propio autor. Tras expresar su “gratitud” a todas las personas que de un modo u otro han hecho posible la publicación, matizó que lleva unos meses jubilado. No obstante, la idea se había fraguado años atrás. Gámez confirmó la “sorpresa” que había supuesto que la primera edición se agotara tan pronto. En cuanto al contenido, aclaró que la sonrisa interior, idea tomada, en efecto, del taoísmo, no significa negar los problemas de la vida, sino llevarlos de otra forma.
Es el viejo dilema en torno al optimismo, de “ver el vaso medio lleno o medio vacío”. Para ilustrarlo, recordó la frase de Buda de que “no podemos evitar el dolor, pero sí el sufrimiento”, siempre “dentro de unos márgenes”. También mencionó algo que le decía un amigo: “Se consiguen más cosas con la miel que con la hiel”. Partiendo de esa premisa, ha procurado aportar reflexiones que pueda entender cualquiera y en un formato similar al verso, “que hace más fácil la lectura”. Como muestra, señaló que se enseñan en un colegio de Rute y en un instituto de Granada.
Las temáticas giran en torno al duelo, el auto-perdón o las “personas vitaminas”. Asegura que no somos islas, sino que hay “un hilo rojo” que nos une para ayudarnos en estos tiempos difíciles. Aclarados estos conceptos, el acto concluyó con la lectura de algunas reflexiones y un pequeño turno de intervenciones. En él, Gámez confirmó que sigue escribiendo, pero ésta es una tarea “ardua”, que requiere ir “piano, piano”.