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Es la continuación de la muestra “Los trazos perdidos”, en la que de nuevo aúna dibujo y escultura, y en la que vuelve a estar muy presente su pueblo natal
Luis Manuel García Cruz es y se siente ruteño. Lo es de palabra y lo es de hecho. De palabra, se le nota cada vez que habla de sus recuerdos de infancia y juventud, con los amigos de siempre que conservan pese a vivir fuera ahora. De hecho, Rute está presente en su obra artística y así lo defiende cuando la describe. Ahora se puede comprobar en el CEMAC Pintor Pedro Roldán. Su sala de exposiciones acoge hasta el 2 de enero la muestra “Dibujar es caminar”, de seis a ocho los días laborables, y de seis y media a nueve los fines de semana y festivos.
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Para la concejala de Cultura, Ana Lazo, es la mejor forma de cerrar el primer año de andadura del centro. No sólo la calidad del artista está contrastada: además, se vuelve a ver su obra en Rute después de mucho tiempo sin exponer en su pueblo. Para el alcalde Antonio Ruiz, se confirma que Rute es un pueblo con cultura. Sólo así tenía razón de ser culminar una infraestructura y unas instalaciones como las del CEMAC. Una vez terminado, había que dotarlo de contenido y apostando por artistas locales. En este sentido, Luis Manuel García ha visto cumplido un sueño por partida doble: por esa vuelta a casa y por la exposición en sí. No es de extrañar que se le viera emocionado.
En cuanto a la muestra, es la continuación natural y artística de “Los trazos perdidos”. Ambas comparten trasfondo e ideas. Como la primera, y como en el autor en sí, la pintura (o el dibujo) y la escultura se dan la mano como dos variedades dialectales de una misma forma de comunicar una emoción. A partir de que “Los trazos” se expusiera en Córdoba, se generó en redes un hashtag que daría nombre y alumbraría la segunda. Como aquélla, combina el dibujo con la escultura, disciplina artística que cree que lo eligió a él, cuando descubrió “la magia, la complejidad y la aventura del metal y el fuego”.
Es una especialidad “compleja” que comparte con su mujer, la también escultora Marta Campos. Aunque él ha hecho de la escultura su camino profesional, nunca ha dejado “la senda del dibujo”. Las 38 obras que conforman la exposición constituyen un todo en el que la escultura se apoya en el dibujo y viceversa. Incluso reconoce que hay ideas que plasman en un dibujo que luego se transforma en una escultura y a su vez en otra y así sucesivamente. “Dibujar es caminar” representa, en suma, un paso más de esa carrera de fondo que para él representa el arte.
En esa carrera, asegura, nunca se puede perder de vista “el sitio de donde salimos”. Cree que puede ser “casi más importante” que el sitio al que uno quiera llegar. Y él tiene claro que se siente “enraizado” a Rute “y vinculado a los amigos de siempre”. Por ello, ha querido dedicar la exposición a quienes le ayudaron en los comienzos, esos amigos más cercanos o los profesores del instituto. Los guiños al pueblo están en los títulos alusivos a expresiones localistas o la presencia de costumbres como el Carnaval. No en vano, la muestra encierra una reflexión sobre “lo que uno se va dejando atrás, lo que no quiere dejarse y lo que se va encontrando”.
Él tenía ganas, desde luego, de volver a casa. Y a juzgar por la afluencia de público en la inauguración, había ganas de que su obra se viera en Rute. Entre los asistentes, no faltaron personalidades como el Cronista Oficial de la Villa José María Molina, el artista que da nombre al centro o el también pintor Bibi Román. Además, también le respaldaron con su presencia compañeros docentes y de la Universidad de Córdoba.