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De los 981 hectómetros cúbicos que puede llegar a albergar, tan sólo contienen 197, apenas un 20%, uno de los registros más bajos de las últimas décadas
La prolongada escasez de precipitaciones en los dos últimos años agrícolas continúa haciendo mella en el Pantano de Iznájar. La situación no es nueva, pero se acentúa en periodos como el verano, con dos meses consecutivos sin precipitaciones. Ello ha dejado los niveles del embalse, el mayor de Andalucía, bajo mínimos. Empieza a no ser noticia que cada cierto tiempo afloren las ruinas del antiguo cortijo de “La Viudera”, cuyos restos se convirtieron en insospechado “lugar de peregrinación” hace cuatro años.
El hecho de que se pudieran ver al cabo de tanto tiempo y se conservaran relativamente bien para llevar cincuenta años bajo las aguas despertó la curiosidad de los lugareños.
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El entorno sirvió de improvisado “photocall” para quienes pensaron que aquello sería una imagen única y pasajera. Sin embargo, volvió a verse así tres años más tarde, en octubre de 2020. Después de un verano sin un solo episodio de lluvias, la historia se repite, más agravada si cabe. En las dos ocasiones anteriores se podía bajar sin problemas hasta el primer rellano y parte de la escalinata inferior aún estaba cubierta. Ahora ya se puede acceder hasta la primera planta del antiguo cortijo. Algo similar ocurre cerca, en la almazara romana de aceite descubierta hace también cuatro años. Estos restos arqueológicos del paraje del “Pamplinar”, datados en torno al siglo III de nuestra era, se pueden apreciar en estas fechas con más amplitud que entonces.
Y es que los niveles del Pantano son aún más bajos que en los momentos de mayor sequía de este último lustro. Cuando la vieja escalinata “salió a la luz” para las generaciones más jóvenes en 2017, el embalse se hallaba al 23% de su capacidad. En octubre del año pasado apenas superaba el 25%. Pese a lo paupérrimo de estos porcentajes, superan de largo el raquítico 20% actual. De los 981 hectómetros cúbicos que puede llegar a albergar, sólo contiene 197. El contraste se acentúa al comprobar que la media del último decenio ronda la mitad de la capacidad total.
Si de por sí son cifras preocupantes, se agravan al añadir que en torno a un diez por ciento de esa agua no sería aprovechable por tratarse de lodos. Desde los años 80 el Pantano no presentaba cotas tan bajas. Esos escasos niveles no sólo resultan inquietantes por ser reflejo de una tendencia crónica en la escasez de lluvias. Tampoco se puede olvidar que, aunque el término de Rute se nutra de otros acuíferos, muchos municipios de la comarca se abastecen de estas aguas para el consumo, además de los regadíos.