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Lo asegura el fisioterapeuta José Antonio Puerto, que insiste en que una procesión supone un gran esfuerzo físico, para el cual hay que estar bien preparado
Tiempo de Salud- Prevención de lesiones en el costalero – José Antonio Puerto
Tres años después de que saliera por última vez en Rute una estación de penitencia, se afronta una Semana Santa casi normal, muy similar a la que se celebraba antes de la pandemia. Entre otras cosas, implica que volverán a ver la calle en procesión las distintas hermandades y cofradías de Pasión. En los días previos, las cuadrillas de costaleros se tallan y ensayan para sacar los pasos procesionales. Sobre las lesiones más frecuentes y cómo prevenirlas ha hablado José Antonio Puerto, fisioterapeuta del Centro de Salud. Lo ha hecho en el espacio “Tiempo de Salud”, en Radio Rute.
- Es un esfuerzo físico exigente, por lo que hay que prepararse con tiempo e incluso calentar antes de la procesión
En su opinión, debe haber una interacción entre costalero y fisioterapeuta, antes aún de llevar el paso. También considera importante una serie de medidas, como vendajes funcionales o fajas, para portar el trono “con más comodidad”. Aunque la palabra más común es la de “costalero”, Puerto recuerda que su presencia en Rute es relativamente reciente, pero cada vez más habitual. Lo frecuente son los “hermanos de varal”. Hay que distinguir, pues, entre los primeros, que portan el paso sobre la espalda, y la posible lesión afecta a la zona cervical. En el caso del varal, el esfuerzo recae en la zona del hombro, es decir, sobre los trapecios. En uno y en otro, se soporta una media de unos 35 kilos de peso, lo que conlleva “un gran desgaste físico”.
Las lesiones van desde la sobrecarga muscular a lumbalgias o daños en las articulaciones y el cuello, además de esguinces. Incluso en personas que ya venían afectadas se puede llegar a las hernias discales. Para evitarlas, no sólo hay que tener en cuenta cómo se lleva el paso sino la edad. Además, hay consejos para “antes, durante y después” de la procesión. Lo ideal sería comenzar “con poco peso, cuatro meses antes”, algo que rara vez ocurre. Pero, en cualquier caso, “hay que entrenar”. Es más, hay personas “que no están preparadas” para llevar una procesión. Por ello, recomienda un reconocimiento médico previo. Además, como si de un deporte se tratara, porque implica un esfuerzo físico, se debe “calentar y hacer estiramientos”.
Una vez en la estación de penitencia, conviene un calzado ajustado y ropa holgada y sin costuras. Incluso existe “una técnica” para llevar el paso, manteniendo la cabeza erguida o flexionando las rodillas. Especial cuidado se requiere en “la levantá”, cuando se alza el trono para reanudar la marcha. Es el momento “más lesivo”, por lo que se debe coordinar bien todos los movimientos y la respiración. Las pausas de las paradas han de servir para hidratarse, pero también para hacer estiramientos o revisar el costal, “que se puede mover”. Terminado el recorrido, lo ideal es aplicarse hielo en determinadas zonas y agua fría para relajar la musculatura y activar la circulación.