Los centros de Infantil de primer ciclo de Rute comienzan el curso de forma escalonada

  • Pese a la bajada generalizada de la natalidad, Bambi y Arcoíris arrancan teniendo cubiertas al completo desde el primer día las 76 plazas que suman entre ambos

Los dos centros mantienen sus instalaciones abiertas desde primera hora de la mañana hasta la tarde

Comienzo del curso 2024-2025 en el primer ciclo de Educación Infantil

Septiembre supone para una gran mayoría de la gente el final del periodo vacacional. A su vez, es sinónimo de que, tras el paréntesis estival, arranca la actividad en diversos ámbitos. El más visible en estas fechas es el educativo. El martes 10 comienza el curso escolar en todos los colegios de Educación Infantil y Primaria. Sin embargo, desde una semana antes ya están funcionando los centros de Infantil de primer ciclo. En Rute hay dos de estas características, Bambi y Arcoíris. Entre los dos suman más de setenta plazas para niños y niñas de cero a tres años. A pesar de la bajada generalizada de la natalidad, todas están cubiertas desde el primer día.

Ambos centros son de carácter privado, pero tienen conciertos con la Junta. Entre otros aspectos, deben respetar la ratio de alumnado por clase que establece el Gobierno autonómico. La Educación Infantil se subdivide en tres etapas, una por año. En el caso de Bambi, cuenta con 41 plazas. Se distribuyen con ocho niños en el primer grupo; trece de uno a dos años, y veinte de dos a tres. Por lo que se refiere a Arcoíris, las plazas totales son 35: cuatro tienen menos de un año, hay once entre uno y dos años, y veinte entre dos y tres.

  • Las directoras de ambos centros coinciden en pedir paciencia a los progenitores para el proceso de adaptación de los pequeños

Según ha apuntado Maribel Alba, directora de Bambi, en los primeros días la incorporación es “escalonada”, tanto en la entrada como en la salida. Entiende que a estas edades tan tempranas se necesita “un periodo de adaptación”, diferente en cada caso. Es una situación difícil, no sólo para los pequeños sino también para sus progenitores. Por experiencia, cree que esa primera separación es más complicada incluso para los adultos. Los niños “se suelen consolar” cuando se juntan con otros.

En la misma línea, su homóloga en Arcoíris, Andrea Tejero, confirma que ese periodo de adaptación lo han de pasar unos y otros. No obstante, asegura que para los padres y madres es peor. Incluso entre los niños distingue quienes se acercan por primera vez al centro y quienes han estado otros años. Los primeros ni siquiera son conscientes aún de que van a estar fuera de casa. En todos los casos, pasado ese intervalo, acaban viendo al centro y su personal como parte de la familia. Por término medio, calcula que ese periodo puede durar unos quince días, pero siempre dependiendo de cada menor.

Si en la ratio de alumnado se cumple con lo que pide la Junta, en lo referente al personal Bambi la sobrepasa. La normativa establece una regla de 3+1 y el centro llega a 3+2. Es decir, debería haber al menos una tutora y maestra por clase. En cambio, el personal completo lo conforman cinco maestras, una limpiadora y un administrativo. Por su parte, Arcoíris cuenta con cinco maestras, incluida la propia directora.

La fase propiamente educativa se prolonga desde las nueve de la mañana hasta pasadas las doce del mediodía. En Bambi se suceden el desayuno, un rato de juego libre y repaso de conceptos hasta la hora del recreo en los tres patios disponibles junto al entorno natural de la Sierra de Rute. En Arcoíris, la dinámica es “de rutina”. Tras la recepción de los menores, hay una “asamblea” que da paso a las actividades de cada materia, una específica por día. En este caso, el recreo se hace escalonado en el patio del centro. Más allá de ese horario educativo, en los dos casos atienden desde las siete y media con el aula matinal hasta las cinco de la tarde. En función de las necesidades de los padres y madres, algunos menores incluso duermen allí en la sobremesa.

En cuanto a los consejos para los adultos, la consigna común es clara, “paciencia”, con los menores, pero sobre todo con los docentes. Maribel Alba está convencida de que, cada niño a su ritmo, más pronto que tarde se establecen “los vínculos” apropiados con el personal que los cuida y les acompaña en su proceso evolutivo. Los adultos han de tener claro que han tomado la decisión correcta y deben trasmitir “serenidad” a los menores. Por su parte, Andrea Tejero reconoce que las madres en especial se van con un pellizco cuando dejan allí a sus hijos o hijas, a veces llorando. Pero deben tener presente que después se calman y se quedan en un ambiente de calor humano. En este sentido, Alba añade que no deben retrasarse a la hora de recogerlos, para no generar en los niños “sensación de angustia o abandono”.

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