La violonchelista Iratxe Ibaibarriaga estrena en Rute “Aunque me duelas”

Tras sorprender al auditorio con el concierto “Canto primo”, presentó esta coreografía planificada con las bailarinas Marina Moreno y María del Mar Somé

“¿Quién entiende de música clásica?” Con esa pregunta, que escondía más una invitación que un desafío, se presentó en Rute Iratxe Ibaibarriaga el pasado sábado 11 de enero. Y nadie levantó la mano, pese a que el CEMAC Pintor Pedro Roldán se había colmado hasta los pasillos para asistir a su concierto de violonchelo “Canto primo”. Hasta ese punto habían sabido generar expectación y suscitar el interés del público ella y Lorena Guerrero. Vasca la primera, ruteña la segunda, ambas comparten algo más que un piso de residencia en Barcelona. Sus inquietudes culturales son otro nexo común.

A pesar de su juventud, Iratxe atesora una amplia formación y experiencia en festivales nacionales e internacionales, amén de ejercer de mediadora artística. Por su parte, Lorena, antes de formarse y trabajar en el mundo del marketing digital, fue alumna en la Escuela de Danza de Rute. Ahora, una de las vertientes hacia donde ha canalizado su profesión es la de promotora de eventos culturales. Consciente del virtuosismo de su amiga, tuvo claro que merecía la pena apostar en su pueblo natal por ella.

  • “Aunque me duelas” surge de un proceso de mediación artística en el que la violonchelista se ha puesto al servicio de las cualidades de las bailarinas

El órdago no pudo salirle mejor: lleno absoluto en una actuación de pago. Varios factores contribuyeron a este éxito de convocatoria. La propuesta tenía un punto de atrevimiento, de escuchar en vivo un tipo de música menos habitual y culminar la noche compartiendo impresiones con el público, gracias al patrocinio de Destilerías Altamirano. Y entre la audición y la copa, la novedad: aprovechando la vinculación entre la intérprete y la Escuela de Danza, se había concebido una coreografía estrenada expresamente en Rute para la ocasión.

La violonchelista cautivó con un instrumento poco habitual para el gran público

Lleva por título “Aunque me duelas”, a partir de una composición de la propia Iratxe Ibaibarriaga, que se puso al servicio de las profesoras de baile y coreógrafas Marina Moreno y María del Mar Somé. No es la primera vez que la violonchelista bilbaína interactúa con otras disciplinas artísticas. Si lo ha hecho con algunas a priori más alejadas como la pintura, la danza sería una prolongación natural sobre el escenario de las notas del pentagrama.

“Aunque me duelas” fue el punto álgido a una velada en que el arte se hizo emoción a través del oído. La música, en efecto, como cualquier forma artística, antes de entenderse, se siente o no, genera un pálpito interior, independiente del conocimiento o el dominio sobre la materia. Aunque cada pieza llevaba una introducción didáctica, fue con su interpretación con lo que Iratxe ayudó al auditorio a responder su pregunta inicial. De sus manos, su chelo y su arco salieron las notas de tres autores claves de un instrumento con voz propia, pero a menudo relegado a papeles de reparto.

Como si recreara el esquema narrativo de una película clásica de Frank Capra, Iratxe fue de la matemática sonora y la amabilidad luminosa de Johan Sebastian Bach, con su conocido “Preludio” para su “Suite” de violonchelo número 1, al agujero negro y el pesimismo vital de Benjamin Britten. Que esta otra “Suite” fuera compuesta en plena Segunda Guerra Mundial explica su oscuridad emocional. El repertorio sólo volvería a emerger con el “Tango para Ilaria”, de Carter Brey. En los tres casos, Iratxe tocó como si hubiera entrado en trance, generando alrededor de sus notas un campo gravitatorio que atrajo al auditorio hacia la ovación final.

Hasta entonces, la violonchelista había tocado “sin red”, ella sola frente al público sin más apoyo que el de su instrumento. Tras esa “vuelta a los orígenes” que es la esencia de “Canto primo”, quedaba el epílogo con las dos bailarinas como compañeras de creación, que tendría un pase extra a modo de bis. “Aunque me duelas” es melancólica, porque en esa tesitura Iratxe se vuelve más expresiva. A partir de un proceso de “mediación artística” entre las tres, partitura y coreografía hacen honor al título. La composición rezuma dolor, el de la pérdida, cuando la ausencia transforma los antiguos lazos en ataduras que hay que liberar.

Y a pesar de ese poso de tristeza, las artistas supieron iluminar el escenario, porque no hay arte sin conflicto y en la tragedia también hay belleza. El luto del vestuario se disipó en el colorido de los ramos de flores regalados como reconocimiento. Y tras el telón, un propósito unánime: volver a Rute. La propuesta está hecha y la primavera y los patios esperan.

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