-
El concurso de cruces y la procesión de la Santa Cruz y la Virgen de la Sangre han sido el colofón a unos días en que el barrio ha atraído la atención del pueblo
Como en cada primer fin de semana del mes, el barrio de la Vera Cruz ha atraído la atención social y cofrade de Rute con sus Fiestas de Mayo. Con tanta sencillez como colorido, resumen la tradición crucera de Córdoba y Granada. En pocos sitios como en estas dos provincias limítrofes se vive con tanta intensidad esta fiesta que simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte. Pasada la Semana Santa, en el calendario litúrgico la exaltación de la Santa Cruz representa que ésta está vacía tras la Resurrección.
Que Rute esté en el límite de estas dos provincias cruceras explica el arraigo de esta celebración. Que una de las calles de referencia del barrio se llame Granada es huella de cuál era la salida (o entrada) natural hacia la ciudad de la Alhambra. Quien venía de Granada lo primero que encontraba al entrar en Rute era la ermita de la Vera Cruz y el barrio que creció alrededor de ella. Ese arraigo llega a nuestros días en una celebración que va más allá de lo religioso. Es también convivencia entre vecinos, participación y hermandad en torno a esas cruces que, con flores naturales o de cualquier material, dan colorido y anuncian que la primavera se abre paso.
Noticias relacionadas
Este año han entrado en concurso ocho en categoría adulta y tres infantiles, además de un balcón, el de la cofradía del Cristo de la Misericordia, que en cruces logró el tercer premio del concurso. El cuarto ha sido para la de la cofradía de Jesús de la Rosa, el segundo para Arapades y el primero para la archicofradía del Carmen. En categoría infantil, el primer premio se lo han llevado las hermanas María, Alba y Blanca García, y el segundo los vecinos de la calle Ruperto Fernández Tenllado.
El concurso antecedió al día grande de estas fiestas. En la misma línea de mantener tradiciones, la Vera Cruz es en estas fechas un túnel del tiempo por donde asoman al presente los clásicos juegos populares, como las carreras de sacos o de cintas. Entre la mañana y la sobremesa pequeños y no tan pequeños amenizaron de nuevo con su algarabía las calles aledañas a la ermita. Tal vez estos juegos carezcan del magnetismo hipnótico de las redes y la interacción entre móviles, pero tienen su propio encanto cuando sobreviven a tanta innovación tecnológica. Parte de su esencia es que, como las cruces, contribuyen a estrechar lazos de convivencia.
Y tras todo ese aperitivo lúdico, quedaba el momento cumbre de estos días, la salida en procesión de la Santa Cruz, primer paso en Rute portado por costaleras, y la Virgen de la Sangre. Repitieron en el acompañamiento musical la Banda de Cornetas y Tambores Humildad y Soledad, de La Rambla-Nueva Carteya, y la Banda de Música El Carmen, de Dúrcal (Granada). Ya habían estado en Semana Santa, pero, como siempre, el contexto de mayo es muy distinto. El luto, los cirios y los penitentes darían paso a las petaladas, las bengalas y las mantillas. Reforzaron la luz y el colorido de una procesión de Gloria que se aleja de la estación de Penitencia de esta misma cofradía. Su metamorfosis simboliza ese triunfo de la vida que representa la cruz de mayo.