La Universidad de Jaén nombra doctor honoris causa a un burro de Adebo

  • El acto se enmarcaba en una performance final de un máster de Eva Calero sobre el papel de este animal y la labor conservacionista de la asociación ruteña

Eva Calero y Pascual Rovira durante la puesta en escena en el aula magna de la Universidad de Jaén

Eva Calero – Promotora del nombramiento Honoris Causa del burro

Cuando en 1997 Antonio Gala aterrizó en Rute, Eva Calero apenas tenía cuatro años. Esta niña nacida en Aguilar de la Frontera permanecía entonces ajena a la “corriente de simpatía” que estaba promoviendo Pascual Rovira en torno al burro. De la mano de la asociación ecologista Adebo, que había fundado cuatro años antes de que Eva viniera mundo, pretendía implicar a personalidades de toda índole. Estaba convencido de que su fama serviría de altavoz para alertar sobre el ostracismo al que el hombre estaba condenando a este animal tan ligado a la vida rural.

  • Detrás de esa distinción simbólica, hay una reivindicación del papel del burro en la historia y de la doble apuesta de Adebo por la ecología y la cultura

En esa década pasaron por la Sierra de Rute para apadrinar ruchitos periodistas como Carlos Herrera o escritores como Rafael Alberti, Camilo José Cela o el propio Gala. El cordobés bautizó uno con el nombre de “Califa”. Un cuarto de siglo después, ha sido nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Jaén. Buena parte de la “culpa” de esa distinción simbólica la tiene aquella niña de Aguilar, que visitó la reserva dentro del proyecto educativo “Aula arriera de la naturaleza”.

Aquella visita se quedó almacenada en el disco duro interno de su cerebro. Calero, actualmente violinista, artista y profesora de música, ha dedicado al asno el trabajo final de un máster en Investigación y Educación Estética. Admite que, dicho así, a modo de titular, el tema puede resultar algo “sensacionalista”. Ahondando en su intención, no deja dudas del “homenaje” que ha querido rendir a un animal que, una vez domesticado, ha contribuido a “enriquecernos como sociedad”. La idea, en suma, incide en la capacidad del arte para reivindicar justicia.

La acogida en el seno de la Universidad fue “buena”. No deja de ser un nombramiento simbólico a través de una performance. Se intentó llevar al burro real al aula magna, siempre con respeto, consciente de las connotaciones que arrastra la palabra. Finalmente, no se materializó con el ejemplar de carne y hueso. En su lugar, se roció, al estilo de como se hace en Rute con anís, con un chorro de aceite una cabeza de asno hecha en papel maché. Junto a Pascual Rovira y su esposa, Francisca Caballero, leyendo poemas, en el acto participaron la propia Eva Calero al violín y otro músico ruteño, Antonio José Henares, al piano. Además, acudieron el periodista Eliseo García Nieto y el fotógrafo Desiderio Mondelo, autores del libro “Hermano asno”.

La “ausencia” de “Califa” en el acto final no ha privado a la joven de lograr la máxima calificación. La performance no era más que el colofón de un trabajo de investigación con título elocuente: “Militancia borriquera, de la cuadra a la cátedra”. La primera parte se centra en la labor de la asociación durante tres décadas, “no sólo por la defensa del burro, sino por su relación con las artes”. Cree que no es casual la cantidad de figuras de la cultura que han abrazado la causa. Lo que ella ha hecho ha sido unir los tres vértices del triángulo que forman lo ecológico, lo cultural y lo académico.

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