La Semana Santa adelanta la clausura de los XXX Juegos Florales de la Vera Cruz

El mantenedor Antonio  González ofreció un pregón emotivo y cargado de lirismo

El mantenedor Antonio González ofreció un pregón emotivo y cargado de lirismo

La celebración tan tardía de la Semana Santa está condicionando todos los cultos propios de esta época. No sólo eso: está influyendo además en la programación de las fiestas de mayo. El calendario está tan apretado que se ha producido una curiosa paradoja: en medio de la cuaresma y antes de los cultos previos al Domingo de Ramos, la cofradía de la Vera Cruz ha tenido que adelantar al primer fin de semana de abril dos actos relacionados expresamente con sus fiestas cruceras de mayo. Así, el sábado 2 tenía lugar la clausura de los juegos florales y justo un día después, el domingo, llegaba el concierto de primavera, a cargo de la coral polifónica Bel Canto de Rute. Según explicó el presidente de la cofradía, José Juan Sánchez, “no ha habido otro remedio”. Justo después de terminar la Semana Santa, el 25 de abril, día de San Marcos, comienza el triduo. Por tanto, no quedaban fechas disponibles.

Treinta ediciones contemplan ya a los juegos florales, que nacieron con la idea de que los escolares de Rute exaltaran a través de sus poemas a la Virgen de la Sangre y la celebración de las cruces de mayo. El reajuste del calendario también ha influido en estos juegos. La convocatoria para participar se abría justo cuando los alumnos se hallaban inmersos en los exámenes de la segunda evaluación. Magdalena Baena, concejala y profesora en el IES Nuevo Scala, explicaba que esa segunda evaluación se ha adelantado a su vez para no dejar la tercera y última en sólo unas semanas. Con todo, tanto ella como Sánchez matizaron que el descenso en la participación ni ha sido tan acentuado como se temía ni ha afectado a la calidad de los poemas presentados.

El mantenedor de esta trigésima edición de los juegos ha sido Antonio González. Que cubriera esta etapa era sólo cuestión de tiempo. Como recordó el presidente, su vinculación a la cofradía le viene “desde pequeño”. González ha sido costalero, participó en su día en los juegos, ha dado conciertos de guitarra en la ermita y es autor de la marcha “Virgen de la Vera Cruz”. Ya el año pasado se le había propuesto, pero entonces estaba preparando oposiciones. Para esta ocasión, lo único que pidió fue que lo presentara el propio José Juan Sánchez. Este joven músico no sólo siente la cofradía como algo suyo y cercano: asegura que a la vez él le debe “mucho”.

González resaltó el múltiple valor de los juegos florales: por supuesto, el religioso, pero además, el artístico y el literario. En ese punto, no pasó por alto la labor didáctica de los profesores, que desempeñan un papel fundamental. Como persona que ha estado en los dos lados, el de participante y el de mantenedor, rescató esas vivencias en su alocución. Pero por encima de todo la enfocó en su infancia, esos recuerdos de ir “tantas veces” a la ermita de la mano de sus padres.

Durante su intervención, González quiso hacer un reconocimiento a la “sencillez” del barrio de la Vera Cruz, a todas las personas que ponen “su granito de arena para engrandecer estas fiestas”. Y como había anunciado, recordó su infancia, ese niño que iba a cantar a las misas de mayo y al que su madre le inculcó esa fe y devoción. No faltaron sus palabras para quienes se fueron y para esas actividades paralelas a las fiestas que forman ya parte de nuestra cultura popular. Idéntica herencia ha llegado a través de la celebración de la Semana Santa. En este punto, el mantenedor destacó la “mutación de acontecimientos” que se produce en la noche del Domingo de Ramos, después de que se haya festejado “la entrada triunfante de Jesús en el corazón de quienes lo proclaman”.

Fue un pregón emotivo, lírico en muchos momentos, salpicado de metáforas e imágenes sugerentes. González no necesitó abusar del verso rimado para que su discurso rezumara tintes poéticos de principio a fin. Tras repasar las estaciones de penitencia de Rute y el “milagro de la redención”, el mantenedor retomó la festividad de mayo: el triunfo de la vida sobre la muerte simbolizado en la cruz. Ya lo había explicado en un poema con el que participó en los juegos florales, que retomó para la ocasión. González apeló en su conclusión al “verdadero sentido” de la exaltación de la cruz. Si esa cruz es un símbolo de redención, habrá que llenarla “de voluntades” y de cariño con quienes sufren. En su opinión, ése es el auténtico mensaje cristiano.

Si el pregón de Antonio González combinó en su contenido las fiestas de mayo con la Semana Santa, algo parecido ocurrió con el concierto de la coral Bel Canto del día siguiente. La formación dirigida por Miguel Arjona mezcló en su repertorio piezas más solemnes como “Nabucodonosor”, o incluso religiosas, como “La saeta” y “María Soledad”, con otras de corte más festivalero, como “La paloma” o “Con sabor tropical”. Antes de que comenzara la actuación, Magdalena Baena destacó cómo esta cofradía siempre ha incluido un importante componente cultural en sus actos: conciertos, exposiciones y hasta presentaciones de libros han sido habitualmente un apartado fijo de su programa.

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