La residencia alumbra los primeros rayos de esperanza

  • El párroco José Gregorio Martínez, presidente de la fundación, agradece el respaldo del pueblo de Rute y recuerda que el enemigo es el virus, no las personas

El sacerdote no esconde que han vivido momentos difíciles y de mucha impotencia

Presidente de la Fundación Juan Crisóstomo Mangas. El camino no puede ser fomentar los bulos

Como párroco de Santa Catalina, el sacerdote José Gregorio Martínez ostenta el cargo de presidente de la Fundación Juan Crisóstomo Mangas. Reconoce que en la residencia ha sido un mes muy duro y difícil, y lamenta todos los fallecimientos que se han producido. En este sentido, ha querido poner en valor el trabajo de cooperación con el Ayuntamiento y el Centro de Salud. Desde primera hora se establecieron los protocolos previstos por la Junta para la prevención. Aun así, no se pudieron evitar los contagios. Por eso, se reforzó el protocolo, haciendo tests, primero de forma escalonada cuando no se disponían de más, y luego para todo el mundo. El centro se ha reforzado con la presencia de tres médicos, más empleados y más recursos materiales. Además, conforme se producían bajas del personal se han cubierto sus puestos.

  • Resulta difícil convivir con la tragedia, pero a la vez hay un mensaje esperanzador de que algo así “ayuda a mirar al otro”

Todo ello ha contribuido a que disminuyan los positivos y aumenten las altas. Aunque se mantiene la alarma, el panorama es distinto al de semanas atrás. Queda mucho por hacer, pero se ve la luz al final del túnel. Aun así, no esconde que han sentido mucha impotencia. Se sufre viendo a estas personas y pensando en sus familiares, que no pueden acompañarles en el momento del fallecimiento. Y afecta comprobar la facilidad de contagio del coronavirus, más aún en personas que, por su edad, suelen presentar otras patologías añadidas. Resulta difícil convivir con la tragedia, pero a la vez hay un mensaje esperanzador de que algo así “ayuda a mirar al otro”. Es el extremo opuesto al mal trago que le ha supuesto ser el responsable de comunicar los fallecimientos. De ahí que alabe a todas las personas que trabajan en la residencia. Además de estar en primera línea, se han convertido en estos días en “la voz y la familia” de los residentes.

De lo sufrido saca una lectura de unidad. Agradece la ayuda y las numerosas muestras de solidaridad que han recibido del pueblo de Rute o de instituciones de fuera como La Caixa o el Colegio de Abogados de Lucena. Arrojan “luz para seguir adelante” y contrarrestan los bulos ofensivos que han circulado en las redes en torno a esta tragedia. A veces pueden obedecer a la desinformación, pero confiesa que duelen, porque siempre se intenta actuar “bien, con trasparencia y diálogo”. Cuentan con un despacho de abogados, que ya está estudiando cada caso por si hay que denunciar, pero entiende que ése “no es el camino”. Hay que pensar que estos ancianos nos necesitan. Concluye que cualquiera puede cometer errores, “pero el enemigo es un virus, no las personas”.

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