La piel de los burros de Adebo impregna de imágenes la música de Vinicio Capossela

  • El cantautor italiano ha rodado en la reserva de la Sierra de Rute el videoclip correspondiente a su canción “Scorza di mulo”

  • El responsable del rodaje ha sido su paisano, el fotógrafo Chico de Luigi, quien, junto al operador de cámara Darío Gioni, filmó varios días en nuestro entorno natural

El videoclip está rodado íntegramente en blanco y negro (pinchar en la imagen para visualizarlo)

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Pascual Rovira con los artistas italianos en La Cuadra, sede de Adebo

La música de Vinicio Capossela trota por la Sierra de Rute. Suenan los cascos de los équidos entremezclándose en perfecta armonía con la guitarra acústica introductoria, una Gibson añeja que se dañó durante el rodaje, según recuerda Pascual Rovira. De la penumbra de una cueva se da paso al espectáculo luminoso de la reserva de burros de Adebo. Es el vivo retrato de la República Animalista Anarcopoética, como la ha rebautizado su padre espiritual. El cantautor italiano, “el Tom Waits del Mediterráneo”, en palabras de Rovira, se integra entre los pollinos, llevando sobre sus propias espaldas la carga del ramaje. Los burros, en cambio, van libres, como recuerda el presidente de la asociación ecologista. Así arranca el videoclip correspondiente al tema “Scorza di mulo”, primero que se rueda en la Sierra de Rute. Hasta ahora Adebo había protagonizado reportajes o documentales de medios como National Geographic o Wild Life, y hasta un cortometraje, “Rute Love”, que, según cada caso, han llegado a tener repercusión mundial. Ahora llega este formato para un tema incluido en el doble CD del italiano, titulado “Canzoni della Cupa”. El disco se ha aupado a lo más alto de las ventas en su país, al tiempo que la prestigiosa revista musical inglesa Mojo lo incluye como uno de los mejores de 2016.

Por lo que se refiere al rodaje, está primorosamente filmado en blanco y negro. Es el resultado del talento creativo del fotógrafo Chico de Luigi, que ha retratado a directores y actores del Festival de Cine de Venecia, como Emir Kusturica, Jim Jarmusch, Cristina Ricci, Vittorio Gassman, Patti Smith o Jim Carrey, entre otras celebridades. Luigi estuvo, al igual que Capossela, varios días en Rute, acompañado por el operador de cámara Darío Gioni. Después, han tenido varios meses de postproducción y montaje, hasta hacer coincidir el estreno del videoclip con la onomástica de San Antón, patrón de los animales. Ese trabajo de tanto tiempo queda condensado en poco más de cuatro minutos y medio. En lo que dura la canción, exhibe un manejo apabullante del gran angular y unos sugerentes juegos de luces y sombras. Más allá de un mero alarde técnico, las imágenes se acompasan con la poética de la canción.

El videoclip es algo más que el resultado de la visita a Rute de Vinicio Capossela el pasado mes de octubre. Por un lado, el músico lleva implícita en su obra una vertiente ecologista y de reivindicación de la naturaleza, muy en consonancia con su compromiso político y social. Además, desciende de una familia vinculada a los burros, ya que su abuelo fue arriero. De ahí que bautizara con su nombre al ruchito que apadrinó en Rute, “Vincenzo”. El mismo título alude a los équidos. La “scorza di mulo” hace referencia a “la cáscara” del mulo. Según explica Pascual Rovira, tras las conversaciones con Capossela, más que la piel en sentido físico, tendría un tono metafórico sobre el carácter de un animal “que lo soporta todo, desde los rigores del frío a cualquier carga”.

Para el presidente de Adebo, hay un doble protagonismo en el vídeo: el evidente de los burros, pero también “el de la memoria de los arrieros, gente con un código de valores que les hace mantener un camino recto”. Su mundo desde luego es evocado en la película a través de unas viejas fotografías de principios del siglo pasado. Esa misma idea está reflejada en la letra, que habla del mulero que acompaña a su animal por un mundo en penumbra, mientras los demás duermen. Se recuerda así, entiende Rovira, esos tiempos en que los arrieros tenían que madrugar “y salir casi de noche, porque se sabían el camino”. Como los burros, cree que los arrieros también están en peligro de extinción y con ellos un modo de vida singular, pero necesario. No en vano, para Vinicio Capposela los arrieros de hoy día son “espectros que caminan por fronteras interiores, como los animales que nos acompañan en los sueños”.

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