La pandemia evidencia la necesidad de más recursos para la salud mental

  • Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, diversos profesionales confirman en Radio Rute el aumento de los trastornos colaterales a la crisis sanitaria

El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Cada año, Radio Rute emite un programa especial llegada esta fecha, en colaboración con la asociación Araem, para sensibilizar y concienciar sobre el tema. Isabel Ramos, presidenta de Araem, recuerda que la pandemia ha agravado las enfermedades mentales. De ahí el lema de este año, “un derecho necesario, mañana puedes ser tú”. Lo confirma Francisca Salido, trabajadora social del Área Sur de Lucena, que recuerda que la salud mental es “el equilibrio que cada individuo tiene con su medio”. Así, durante la pandemia y el confinamiento ha habido personas solas, que no se han podido despedir de sus seres queridos, o mujeres que han tenido que convivir con sus maltratadores.

  • Se han frenado determinados programas y se ha puesto de relieve la falta de recursos y que cada uno reacciona de modo distinto ante una misma situación

Como psicólogo clínico, Francisco López vive la realidad de la salud mental en el día a día. Pone el curioso ejemplo de pacientes que se sienten “culpables” de tener una depresión. El telón de fondo es que la salud mental “mide las cotas de nuestro bienestar”. No en vano, existe cierta correlación entre la salud mental y el contexto económico. Cuando los problemas de subsistencia están satisfechos, surgen otras patologías. Cada situación vital genera distintas respuestas de la mente. Pero, en general, Isabel Ramos aconseja que se pierda el miedo a acudir al profesional.

En la misma medida, López subraya que las reacciones emocionales a la pandemia han sido desiguales. Como si de “plantas de interior o exterior” se tratara, hay personas a las que no les importa no salir mientras que otras necesitan hacerlo a diario. En un caso y en otro, la crisis sanitaria ha hecho aflorar un trastorno obsesivo-compulsivo y otros de índole depresiva. En el extremo opuesto, Isabel Ramos contrasta la psicosis vivida durante el día con la algarabía y la convivencia de vecinos que se daba en los balcones.

A nivel profesional, también ha sido más difícil trabajar. López distingue entre las distintas fases de la pandemia, al igual que hay que matizar entre la atención presencial y la telemática o telefónica. En todos los casos, ha habido que ayudar a “gestionar el miedo”. A él se le han dado situaciones contrapuestas, como aquellas parejas en que un miembro se decantaba por salir y el otro por permanecer encerrado. El hecho de permanecer en casa ha permitido combatir el virus, pero ha desatado otras patologías. Junto a las relacionadas con el miedo o la ansiedad, el psicólogo destaca las de muchos menores, asociadas a una mayor adicción al móvil o los videojuegos.

Como en cualquier adicción, Salido insta a observar ciertos “patrones” para distinguir “el uso del abuso”. Su compañero matiza que reconocer un problema y ponerle nombre es el primer paso para su solución. Aun así, Ramos insiste en el papel de los profesionales de la salud mental durante la crisis sanitaria. En este sentido, Salido remarca que la pandemia frenó la puesta en marcha de determinados programas de atención que ahora se retoman. En esa línea, apuesta por la “transversalidad” para que ámbitos como la Educación incorporen recursos para el bienestar emocional. El psicólogo cree que se ha puesto de relieve que es necesario aumentarlos. Isabel Ramos añade que vengan a través de los servicios públicos.

 

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