LA OPORTUNIDAD

El próximo 20 de diciembre los españoles estamos de nuevo llamados a las urnas. Es una cita histórica por varias cuestiones. Por un lado, concurren nuevas fuerzas políticas, en lo que se ha dado por denominar fuerzas o partidos “emergentes”; y por otro lado, ha llegado el momento de que el pueblo examine la gestión de quien lo ha venido gobernando durante los últimos cuatro años. Aquí es donde radica para nosotros la grandeza de nuestra democracia.

Analizando la primera cuestión que planteamos, nos topamos con unas formaciones políticas nuevas, con muchos “ideales” y muy “teóricas”. Básicamente, transmiten a los electores aquello que todos queremos escuchar, es decir, que con ellos no hay paro, que son capaces de arreglar la situación económica casi de hoy para mañana, que con ellos llegó la prosperidad y así hasta un sinfín de cuestiones, que, como ya ha quedado sobradamente demostrado, son difícilmente posibles de cumplir.

Queremos remarcar los pilares del Estado de bienestar al que los sucesivos gobiernos socialistas han llevado a España y a los españoles, y no detenernos en estos partidos “nuevos”. Pero consideramos necesario al menos hacer mención a las relaciones entre regímenes como Venezuela con miembros de Podemos, conversaciones y sintonía entre los ambientes radicales y próximos a ETA, o la más que demostrada voluntad del líder de Ciudadanos de enviar soldados españoles a tierras en conflicto.

Creemos, pues, que antes de votar el 20-D debemos pensar más que nunca qué modelo de país queremos y hacia dónde queremos que nos conduzcan los próximos cuatro años.

Ante la segunda cuestión, nos gustaría que cada persona, mientras lee estas líneas, haga un ejercicio de memoria y se remonte a hace cuatro años, cuando en las filas del PP se atacaba de forma constante y sonora desde todos los ámbitos posibles al Gobierno socialista, a un Gobierno al que le tocó de lleno el estallido de una crisis a nivel global.

Lejos de reconocerlo desde el PP, se atacó hasta la saciedad al PSOE, con burdas mentiras, a su estilo, hasta que por fin consiguieron su propósito, que fue el de culpar al mismísimo presidente Zapatero de ser poco menos que el causante de la situación de crisis mundial, y ya de paso hacerse con las riendas del Gobierno español.

Pues bien, han pasado cuatro años y pueden juzgar ustedes mismos qué ha hecho el PP, cuáles han sido sus “milagros” económicos. Porque en España sigue habiendo una tasa de paro inadmisible, han suprimido servicios esenciales, han cerrado escuelas, centros sanitarios, han dejado sin cobertura sanitaria a comarcas enteras y han aislado la Ley de Dependencia (creada por un Gobierno socialista), han subido los impuestos, cuando prometían justo lo contrario, han cargado contra el empleado público, que en definitiva es el garante de que lo esencial esté al alcance de una mayoría y no de unos pocos.

Hoy tenemos una España más dividida, más desestructurada, por la incapacidad más que demostrada del presidente Rajoy de sentarse a dialogar, de llegar a acuerdos, de intentar tender puentes, porque a nadie se le puede escapar que todos somos España y no sólo unos pocos, como es la política habitual del PP.

No queremos acabar este artículo sin hacer mención a aquel famoso mensaje en el que el presidente de todos los españoles le decía a su compañero de filas: “Luis, sé fuerte, Luis, aguanta”. Ésta ha sido también la política corrupta de estos cuatro últimos años de Gobierno del PP, salpicado por numerosos y no menos escandalosos casos de corrupción política en nuestro país.

No faltan elementos de juicio para hacer una evaluación de los últimos años y hacer una evaluación paralela de las políticas alternativas del PSOE planteadas y ejecutadas en aquellos sitios donde sí que hemos tenido responsabilidades de gobierno. Ahí ha quedado más que demostrado que para el PSOE las personas son lo primero.

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