La onomástica del Carmen abre un mes intenso en torno a las Fiestas Patronales de Rute

  • Durante el besamanos del último día de triduo se pudo ver a la Virgen en una inusual postura sedente, algo que sólo se había dado una vez con anterioridad

Antes del último día del triduo numeroso público se acercó al besamanos a la Patrona

La onomástica del Carmen supone un punto de inflexión en las Fiestas Patronales de Rute. Los actos relacionados con la Virgen del Carmen arrancan relativamente pronto, para el 13 de febrero, con el triduo conmemorativo del patronazgo. Más adelante, el Festival de la Escuela de Baile de Sebastián Leal trae de la mano el concurso de sevillanas “Virgen del Carmen Patrona de Rute”, en el que colabora la archicofradía. Y desde hace unos años el primer sábado de julio se suele presentar la revista y el cartel anunciador de estas fiestas. Esa misma noche, además, comienzan las salidas de los Hermanos de la Aurora. Sin embargo, el 16 de julio marca el arranque de un mes en el que no se dejarán de sucederse hasta la procesión del 15 de agosto.

En esta edición, el triduo que se celebra con motivo de la onomástica ha deparado varios momentos especiales. Así, ha estado oficiado por el sacerdote Juan Carrasco. Su figura ha sido emblemática en los últimos años para la familia carmelitana de Rute, no sólo por haber sido párroco de Santa Catalina y consiliario de la archicofradía. Además, por esa doble condición siguió en primera persona todo el proceso de Coronación Canónica. Como viene siendo costumbre, cada noche durante la eucaristía ha acompañado el Coro de Iznájar y al final han cantado también los Hermanos de la Aurora.

La jornada del 16 arrancó justo en la medianoche con el repique de campanas y disparo de cohetes, y la salutación a la Virgen del Carmen. Ya a las doce del mediodía comenzó el besamanos, que se prolongaría hasta la hora del triduo, con un pequeño paréntesis en la sobremesa. Durante todo el día, quienes se acercaron al santuario de la calle Toledo pudieron contemplar una imagen inusual de la Virgen del Carmen. La Patrona presidía el altar en posición sedente, es decir, sentada y con el Niño en su regazo. Tan sólo había estado así una vez antes, hace ya 21 años, también con motivo de la onomástica. La novedad en esta ocasión es que, aunque también ahora llevaba al descubierto los pies, lucía las sandalias propias del hábito carmelitano.

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