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La amenaza de precipitaciones aceleró la procesión de la mañana y después, por la tarde, la tormenta impidió la romería en Las Piedras y Palomares
La edición 2018 de las Fiestas en honor a San Isidro Labrador ha venido marcada por la lluvia. Apareció en el momento menos deseado, el tercer domingo de mayo. No sólo era el día central de estas fiestas, sino que afectó directamente a la procesión del patrón de Las Piedras y Palomares. Los pronósticos amenazaban precipitaciones desde media mañana, pero apenas se llegaron a materializar. Tan sólo cayeron unas leves gotas que, como mal menor, obligaron a acelerar el paso. Aun así, fue de nuevo una jornada muy participativa. En torno a trescientas personas venidas del casco urbano de Rute y el resto de aldeas compartieron el desayuno molinero que ofreció la cofradía en el pintoresco paraje de la Fuente de la Higuera. Por esos recovecos se adentra la romería matinal, para el que se contó con el acompañamiento musical del coro de romeros de La Morenita. El coro también participó en la misa flamenca que se ofició después en la ermita.
- Pese a la lluvia, el resto del programa pudo llevarse a cabo, al hacerse a cubierto bajo la carpa municipal
Los planes empezaron a torcerse en la sobremesa. La tromba de agua caída en todo el término de Rute impidió la salida vespertina de San Isidro. El resto del programa pudo desarrollarse con normalidad. Así, se volvió a degustar la paella multitudinaria que cada año prepara la cofradía en colaboración con el Ayuntamiento de Rute. Como el grueso de actos, tuvo lugar a cubierto, bajo la carpa habilitada en la pista polideportiva. De igual modo, la carpa permitió la celebración del concurso de bebedores de gazpacho. Otro tanto ocurrió con la subasta de los regalos de la mesa. Sin embargo, no se pudo poner la guinda con la procesión de la tarde, centrada en Las Piedras y Palomares. Como en la matinal, San Isidro va en un carro tirado por bueyes. Pero en lugar del coro, estaba previsto que hubiera acompañado la Agrupación Musical Santo Ángel Custodio.
Con este sabor agridulce terminaron unas fiestas entrañables, que habían arrancado el jueves. Como siempre, han mezclado los cultos religiosos con los actos lúdicos y de convivencia. De esta forma, se ha alternado el triduo en honor al patrón de estas aldeas con las actuaciones de la escuela de baile de María del Mar Somé o el grupo Tangai, y campeonatos tan populares como el de dominó o subastao. Tampoco han faltado los clásicos juegos como las carreras de sacos o bicis lentas. Esa combinación ha vuelto a gozar del favor del público que se ha congregado para disfrutar de unas fiestas tan peculiares, aunque la lluvia las haya deslucido en esta ocasión.