El jefe de Medicina Interna Raimundo Tirado ha informado de los avances terapéuticos y diagnósticos sobre el Covid-19

  • Este especialista ruteño no descarta que haya otra ola de contagiosos para otoño, para entonces espera que exista vacuna o que los sistemas sanitarios estén menos saturados

El médico ruteño en su despacho en el hospital Infanta Margarita de Cabra

Raimundo Tirado – Jefe de servicio de Medicina Interna en el hospital Infanta Margarita

El avance del coronavirus ha ido más rápido que la información sobre sus efectos. Rute cuenta con reputados especialistas en Infanta Margarita como la neumóloga Dolores Pérez o Raimundo Tirado, jefe de Medicina Interna del hospital comarcal. Según relata, los planes de contingencia para una crisis sanitaria de tal calibre conllevan “una sobrecarga” de todos los servicios. De manera especial, lógicamente, han afectado al de Urgencias y al mismo de Medicina Interna. Ello supone “un estrés” para el sistema ya que su funcionamiento adecuado requiere del “engranaje” de sus unidades.

El confinamiento ha reducido las consultas presenciales en favor de las telefónicas y ha llevado a crear un protocolo de actuación. Afecta a Urgencias, y también a la planta de hospitalización, Radiodiagnóstico o UCI. Se asemeja al de la gripe-A, pero la facilidad de contagio obliga a delimitar aún más un circuito, el de Medicina Interna, que en Infanta Margarita integra las áreas de Cardiología, Neumología, Digestivo o Nutrición. Sus profesionales deben coordinarse entre ellos y con el servicio de Atención Primaria.

Para todo ello se han habilitado tres plantas, la séptima y la sexta, reservando la quinta por si fuera necesaria. Con ellas y las medidas de confinamiento se ha podido asumir a todos los pacientes infectados, sin saturar la UCI o las Urgencias. Esa coordinación ha posibilitado al mismo tiempo que los contagios entre el personal se minimicen. Según apunta, la implicación de sus compañeros ha sido ejemplar “desde el primer día”, actualizando toda la información que les iba llegando.

En cuanto al tratamiento del Covid-19, lamenta que los avances médicos aún no se sustentan en “una evidencia contrastada”. Su corto desarrollo ha impedido desarrollar estudios bien diseñados de fármacos que aporten un beneficio sin aumentar los efectos secundarios. Por ahora se basan en la trayectoria de patógenos en crisis anteriores. A su vez, las nuevas tecnologías han permitido poner en contacto a todos los especialistas y aprender simultáneamente lo que se conocía en cada lugar. Gracias a ello, se conocen tratamientos que, sin estar aún contrastados, sí se han mostrado eficaces.

También ha matizado que el Covid-19 es una enfermedad viral, que tiene una segunda evolución “más severa” que afecta al proceso inmunológico. Ahí ya no se usa un tratamiento antiviral sino antiinflamatorio, donde los resultados son más favorables. Ello está permitiendo reducir el índice de mortalidad, “si se aplican precozmente estas terapias inmunomoduladoras”. Son tratamientos como corticoterapia, que ya se conocían, pero que no están testados con estudios que lo avalen en esta enfermedad.

Raimundo Tirado confirma que cada vez se sabe más del virus y la evolución de los pacientes. Los tests rápidos permiten anticipar la respuesta del organismo. De lo que se ha visto se ha comprobado que estos pacientes crean anticuerpos. Sin embargo, aún se desconoce cuál va ser “la memoria inmunológica” de ese organismo, es decir, si su capacidad de defensa va a durar unos meses o para toda la vida, o si hay pacientes que puedan ser portadores en el futuro. Lo normal, hasta ahora, es que los anticuerpos sean protectores y no vuelva a verse infectado ni a trasmitirlo.

Parecidas incógnitas hay sobre la posibilidad de que, como ocurre con la gripe, las cepas mutaran en próximos años. En otoño podría haber otra ola, pero para entonces se espera contar con una vacuna o al menos que no se registre una curva como ésta y los casos sean soportables por el sistema sanitario. Ya ha habido en los últimos años patógenos similares, altamente contagiosos, que en su momento pudieron ser controlados.

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