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Isidoro Herrero recibe el “botón de oro” de la Unión de Radioaficionados Españoles por llevar cincuenta años emitiendo
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Su interés comenzó por la afición a la electrónica, que le había llamado la atención desde pequeño a través de su padre
De forma paralela a las emisoras de distinto ámbito, desde hace décadas han convivido miles de personas que también radiaban a título particular. En una escala descendente, estarían las grandes corporaciones o cadenas nacionales, los canales autonómicos, las radios locales y los radioaficionados. En Rute, uno de ellos, Isidoro Herrero, lleva muchos años haciendo radio, cincuenta, para ser exactos. Esas “bodas de oro” con las ondas han tenido el reconocimiento correspondiente de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE). En su día, ya recibió el botón de plata, cuando cumplió cinco lustros emitiendo de forma ininterrumpida. Ahora, la URE le acaba de entregar el botón de oro por alcanzar el cuarto de siglo dedicado a esta afición. Durante un almuerzo celebrado en el Restaurante Hotel Castillo de Montemayor, organizado por la Sección Comarcal Campiña Cordobesa de la URE, se hizo acto de entrega al radioaficionado ruteño y a otros compañeros. En concreto, recibieron el botón de plata Manuel Plegezuelos, de Almodóvar, y Manuel Muñoz, de Montilla. De imponer las insignias se encargaron Francisco José López y Diego Llamas, presidente y tesorero de la sección, respectivamente.
- No sólo ha contactado con radioaficionados de todo el país, sino de otros como Francia, Portugal, Argelia, Marruecos y hasta Alemania
- En los años 80 tomó la costumbre de iniciar y despedir sus emisiones saludando “desde el pueblo del anís”
Isidoro llegó al mundo de la radio a través de la electrónica. Antes de eso, su padre era “un manitas” con la electricidad. Con la curiosidad propia de un niño se fue familiarizando con el mundillo. Le llamaba, por ejemplo, la atención cómo su padre logró que hubiera luz en toda la casa, sin disponer aún de los actuales contadores. Lo hizo adaptando unas baterías rudimentarias, conocidas popularmente como “petacas”. Conforme fue creciendo, tomó conciencia de que podría dedicarse a esto de forma profesional. Para ello, se formó por correspondencia en electrónica, en radio e incluso en la incipiente televisión, antes siquiera de que estuviera implantada en España.
El salto a la radio o a la condición de radioaficionado vino a través de una cuestión sentimental. Como era frecuente entonces, escuchaba con su novia un programa en la Cadena SER y un día sonó una cuña publicitaria de URE. Se puso en contacto con ellos, se formó simultáneamente como oyente y en la faceta técnica, y al cabo de unos años consiguió la licencia para empezar a emitir. Aún le sorprende lo lejos que llegaba con un equipo de apenas 50 vatios. No sólo ha contactado con radioaficionados de todo el país, sino de los de alrededor, como Francia, Portugal, Argelia, Marruecos y hasta Alemania. Es un concepto de radio “libre”, en el sentido de que no existe una programación al uso. El radioaficionado “lanza una llamada al éter” a la espera de un receptor.
Esas llamadas han sido en ocasiones de socorro. De nuevo a través de Radio Sevilla supo de las inundaciones que se habían producido en la capital hispalense. No sólo permaneció atento a los acontecimientos sino que prestó su estación para colaborar, recabar ayudas e informar de lo que ocurría. También se hizo eco muchos años más tarde del incendio sufrido en las instalaciones de Anís Machaquito. Más agradable es la anécdota de cuando, allá por los años 80, tomó la costumbre de saludar y despedirse “desde Rute, pueblo del anís”. No deja de ser curioso que ese lema sea hoy el que da la bienvenida al visitante cuando llega a nuestro pueblo, por cualquiera de sus entradas. Junto a ese episodio curioso, y antes de los botones de plata y oro de la URE, Isidoro ha sido distinguido por cubrir desde su emisora el Festival de los Patios Cordobeses, la Feria de Muestras Iberoamericana de Sevilla, el Corpus de Granada o las Habaneras de Torrevieja.
Eran los tiempos dorados de los radioaficionados en España. Se calcula que llegó a haber más de ciento cincuenta mil. Hoy, en cambio, apenas superarían los cuarenta mil. En Rute convivieron hasta una decena, de los que sólo quedan dos con presencia más o menos activa, muy por encima de los dos de ahora. El mundo de la informática, internet, sistemas como Skype y sobre todo las redes sociales han absorbido esa radio diferente y original. Son muchos los factores. Reconoce que cuesta “un buen dinero” montar la emisora, mientras que para las redes sociales basta con un ordenador y una conexión a la red (incluso un dispositivo móvil). Pero tampoco se precisa de los permisos, derechos y expedientes que Isidoro tuvo que obtener antes de empezar a emitir.
A él le merecía la pena, porque esta forma hacer radio tiene un importante componente vocacional. No emite con la misma asiduidad de antaño, porque en los últimos años lo ha compaginado con el aprendizaje del inglés, básico para todo lo relacionado con la electrónica, al ser el idioma de la mayoría de las publicaciones temáticas. Pero todavía toma su equipo de fabricación propia, lo pone en marcha y lanza esa “llamada al éter” que le ha valido el reconocimiento de URE. No ha dejado de hacer lo que viene repitiendo desde hace cincuenta años.