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El psicólogo defiende que, como el móvil y las nuevas tecnologías, pueden ser una oportunidad y a la vez un peligro, cuando se pierde el control de su uso
Francisco López alerta de indicadores de una posible adicción al móvil y las redes sociales
Desde que se decretó el estado de alarma, el psicólogo Francisco López se ofreció a colaborar en Radio Rute para ofrecer su experiencia profesional para sobrellevar mejor el encierro en casa. Con el tiempo, conforme avanzaba la desescalada, sus testimonios han derivado a otros ámbitos. En ese contexto, se ha referido al uso de las redes sociales en los menores. Es consciente de que son a la vez “una oportunidad y un peligro”. Su potencial para mantener el contacto y conseguir información se ha visto durante el confinamiento. Sin embargo, también conllevan un riesgo, que no es fruto de la casualidad. Según ha explicado, quienes han desarrollado algunos de los programas, aplicaciones y redes sociales más populares, han contado con el asesoramiento de psicólogos que han estudiado las debilidades de nuestro cerebro para explotarlas.
- Las alertas para delimitar cuándo las redes suponen una atadura en vez de una ayuda pasan por detectar que se resta tiempo de otras tareas
Éste segrega la dopamina, llamada “la hormona del placer” por generar esa sensación. Los desarrolladores de Facebook descubrieron que cada vez que el cerebro detecta un estímulo como un “Me gusta” segrega una dosis de esa sustancia. De ahí que se fomente la adicción a estos dispositivos, con la búsqueda de esos “Likes”. A su vez, se entra en un bucle de pantallas infinitas que acaban alterando nuestras percepciones, porque en la medida en que algo nos vuelve adictivos, se pierde el control de la voluntad.
Antes de llegar a esos extremos, hay indicadores de que algo empieza a fallar. Personas dadas a las relaciones sociales empiezan a dejarlas de lado, porque el tiempo no se lo permite. Tampoco son capaces de controlar el tiempo que dedican al móvil y las redes, incluso robándolo al sueño. El psicólogo subraya que, cuando el adicto no es capaz de parar ese comportamiento, es necesaria la ayuda de un profesional. Las alertas para delimitar cuándo las redes suponen una atadura en vez de una ayuda pasan por detectar que se resta tiempo de otras tareas. Otro indicador es el cambio de humor si no se tiene acceso a ellas, por castigo, porque falla la conexión o cualquier motivo similar.
Las redes sociales tienen su particular universo, pero esa dependencia es extensiva a otros ámbitos como los videojuegos. Con todo, invita a que cada persona se pregunte por sí misma sobre el tiempo que dedica al móvil, las redes o aplicaciones como Whatsapp, y hasta qué punto es capaz de controlar si puede desconectarse o no. En los más jóvenes influye de modo decisivo en el estudio. Hay quienes lo abandonan: estudiar supone un esfuerzo de concentración, que contrasta con la facilidad que sugiere el teléfono. Muchas personas se alejan de sus responsabilidades a través del móvil.