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Sus alumnos y alumnas del pueblo lo recuerdan con gran cariño, como alguien con un extraordinario sentido de humor, siempre animándolos a aprender y con una memoria prodigiosa
El maestro ruteño Antonio Llamas Siendones ha fallecido a los 83 años de edad en Córdoba, después de una larga enfermedad. Para Antonio Llamas, la enseñanza era su guía y razón de ser y, junto a su familia, lo que daba sentido a su vida. Era un docente de vocación, en el buen sentido de la palabra, como los de antaño, de ésos que nunca dejó de ejercer su magisterio. Comenzó impartiendo clases a principios de la década de los años sesenta en distintos pueblos de la comarca y fue en 1965 cuando aterrizó en su Rute natal.
- Antonio Llamas ejerció el magisterio con sus pupilos, hijas y nietos
El primer destino en su pueblo lo llevó hasta el colegio de Los Pinos, después pasaría a dar clases en el colegio Ruperto Fernández Tenllado o en Fuente del Moral. Los alumnos y alumnas más veteranos también lo recuerdan impartiendo clases en las conocidas como “Escuelas Nuevas”, que estaban en la calle Priego, en el actual Edificio Alcalde Leoncio Rodríguez. Antonio Llamas, junto a su querido amigo Ángel López, no sólo practicaba sus enseñanzas en la escuela pública. Ambos daban además lo que entonces se conocía como “Permanencias”, que equivaldrían a lo que hoy son las clases de apoyo.
Los dos eran los especialistas de impartir ciertas materias en la Educación Primaria, en los correspondientes cursos de sexto, séptimo y octavo de la antigua EGB. En concreto, Antonio Llamas era el maestro de las asignaturas de Francés y de Lengua y Literatura. Tanto Antonio como Ángel compartieron el magisterio, varias reformas educativas, una vida familiar paralela y su marcha a Córdoba, cuando su hija e hijo mayor, respectivamente, tuvieron que irse a la Universidad. En Córdoba, Antonio Llamas continuó siendo maestro en el colegio Fray Albino, hasta su jubilación.
Este docente ruteño, a quienes sus alumnos no han dejado de llamar “Don Antonio”, se ganó a pulso ese tratamiento, “el don de quien nace para un oficio, en su caso el de saber y querer enseñar. En Rute fue un maestro querido y muy apreciado, recordado por su extraordinario sentido del humor y su constante entrega a la profesión. No en vano, recibió en 2015 un emotivo homenaje, también junto a su compañero de batallas, Ángel López, de parte de sus antiguos alumnos y alumnas de octavo de EGB, quienes nunca lo han olvidado.
Y es que Antonio Llamas ha sido maestro los siete días de la semana, todos los meses del año y durante toda una vida. Primero lo fue con sus pupilos, obsesionado por que ninguno se quedase atrás; después con sus queridas hijas, Pilar e Inmaculada, de las que tan orgulloso se sentía; y más adelante con sus nietos, a quienes tampoco dejó de instruir. Era un hombre bueno, gran maestro, con una memoria prodigiosa, y aficionado a la pesca, una afición que siguió compartiendo con sus amigos en distintos parajes de su pueblo natal.
Casado con Gabriela Sillero, con quien compartió retos e ilusiones, y toda una vida, sus dos hijas pasaron la infancia y la adolescencia en Rute, y él nunca dejó de venir a su pueblo, durante las Fiestas de la Morenita o de la Virgen del Carmen, en los veranos y desde que se jubiló en cualquier momento, para seguir departiendo con sus vecinos y vecinas. Por eso, tan pronto como se conoció su muerte este pasado 2 de mayo, muchos ruteños y ruteñas se acercaron a Córdoba para acompañar a la familia. Allí, en la capital, se oficiaba al día siguiente una misa en su nombre, en la Iglesia de la Inmaculada, lugar donde ha vivido grandes momentos, y donde se han casado sus hijas y bautizado a sus nietos. Tras ser incinerado, como era su deseo, sus restos descansarán en el cementerio de Rute.