Esta Navidad: ¡Inunda de luz tu corazón!

Un año más se asoma diciembre y la Navidad vuelve a llamar a nuestra puerta. Mo’adimLesimkha, Shinnenomedeto, Sawadee Pee mai, FröhlicheWeihnachten, Feliz Navidad. No importa el idioma, el sentimiento nos iguala a todos los que compartimos estos días festivos. Se suceden las reuniones familiares y con amigos. Aparecen, como en un déjàvu, los buenos propósitos que cada 31 de diciembre nos pregonamos. Hacemos balance de lo vivido, de aquella oportunidad que dejamos escapar. Contamos con los que están y recordamos a los que se fueron.

Repasando estos últimos días varias publicaciones de compañeros de profesión en distintos medios de comunicación, confieso la mezcla de congoja e incredulidad que me han provocado los citados textos. Titulares como: ‘El estrés navideño y su efecto en la salud’, ‘Lo que pasa en la cena de empresa, ¿se queda en la cena de empresa?’, ‘Ideas para regalar a los más exigentes’, ‘Así es como NO deberías vestir en tus eventos de Navidad’ o ‘Veinte regalos de lujo para sorprender a tu amigo invisible’, en cuyo artículo el presente más económico supera los 300 €, sólo pueden y deben hacernos reflexionar que hay algo que no estamos haciendo bien y que nos queda mucho por mejorar.

¿Un tiempo de alegría con nuestros seres queridos ha de ser estresante? ¿Es necesario ser infiel para festejar con nuestros compañeros? ¿No podemos vestir como nos sintamos más cómodos? ¿Acaso un regalo, independientemente de su coste, no debería halagarnos? Sin lugar a dudas, hemos convertido estas fiestas en un enorme derroche económico porque entendemos, desde hace algún tiempo, que hacer regalos, y si puede ser en demasía, es el mejor modo de compensar con los nuestros tantas muchas otra cosas que nos costaría aún más entregar.

Estamos inmersos en la sociedad del instante, de la fotografía del momento, del Instagram fielmente actualizado con el plato navideño perfecto, aunque no nos guste; con mesas escrupulosamente decoradas, aunque no las compartamos con las personas que amamos; de looks debidamente estudiados, aunque no nos identifiquen. ¿Vamos a dejar pasar por bueno por ser la ‘ItGirl’ del momento? ¿Vamos a empeñar todos nuestros ahorros en un regalo aun necesitándolo para otros menesteres más urgentes? ¿Vamos a fingir risa y felicidad?

Esta Navidad: ¡Vívela de verdad! Disfruta estos días con quien realmente quieras estar, sin obligaciones. Viste como te haga sentir cómodo, cocina el plato que te guste, ríe con quien ames, comparte desde el corazón. Y, si de verdad queremos hacer un regalo original e inolvidable, regalemos tiempo a nuestros seres queridos. Pero tiempo de calidad: sin teléfonos o televisiones que nos distraigan. Regalemos risas, regalemos abrazos, regalemos amor.

Igual que desempolvamos cada año los adornos para engalanar nuestro árbol, limpiemos en este tiempo navideño nuestra vida. Somos todo aquello que queramos ser. Dicen que, según pasan los años, las navidades nos entristecen más por todos aquellos que ya no ocuparán su asiento durante la cena de Nochebuena. ¿Y si probamos a ser felices con todos los que cada año se incorporan? Vivamos estas navidades como si fueran las últimas: exprimiendo al máximo cada instante, compartiendo amor, inundando de luz nuestro corazón. 2020 seguro nos tiene preparados grandes acontecimientos, no para el mundo, sino para nuestra propia vida. Y seguro que también fracasos de los que aprenderemos para ser cada día mejores. A mí me tiene preparado el mejor de los regalos: Elena. ¡Este será nuestro año, princesa! ¡Feliz Navidad a todos! Y: ¡Vivamos, sobre todo y siempre, vivamos!

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