Estimado lector, el tiempo pasa en un suspiro y ya nos encontramos a comienzos de la primavera. Se trata de una de las temporadas donde más si cabe, es aún más disfrutable Rute por la eclosión de vida que despierta en su ambiente natural. Son muchas las ocasiones donde hemos hablado sobre nuestro patrimonio medioambiental, sin embargo, existe una cuestión que hasta ahora se nos ha escapado. Hablamos de uno de nuestros bienes valiosos y que más desapercibido ha pasado, se trata del agua y de su abundancia en estas tierras.
Es común para todos que llevamos sufriendo varios años estrés hídrico, circunstancia que ha ocasionado que el embalse que parcialmente ocupa nuestro término municipal, se encuentre bajo mínimos y que muchas poblaciones vecinas hayan tenido que tomar cartas en el asunto para evitar el desabastecimiento. No obstante, las capacidades hídricas de nuestro término municipal han permitido que para nuestro caso las repercusiones hayan sido “mínimas” en comparación con otros municipios. Ciertamente Rute siempre ha sido para esta cuestión una potencia, para comprobarlo no tenemos que irnos muy lejos. En el S. XX han existido multitud de ejemplos de falta de agua en poblaciones de Andalucía que han provocado hambrunas e incluso muertes. Mientras tanto, en nuestra localidad los constantes veneros ofrecían abastecimiento a los vecinos, desde las numerosas fuentes existentes. La industria, el aumento de la población, la implantación de cultivos poco sostenibles respecto al uso del agua y en consiguiente el derroche, están provocando que la cuestión se vuelva cada vez mas acuciante y nos obligue a tomar medidas para evitar desastres ya vividos en el pasado.
En contrapartida, existen ciertas localidades donde ha surgido el llamado turismo del agua, se trata de un tema de actualidad. El vigor con el que brota y sus propias características han provocado que florezca una nueva tipología turística que hasta ahora no ha contado con demasiados adeptos. En torno a esta cuestión debemos hacer un llamamiento en primera instancia a la prudencia, pues el agua es un bien preciado. Sin embargo, se trata de un ambiente que Rute puede aprovechar eficazmente. El S. XX, para bien o para mal, ha provocado grandes modificaciones en el urbanismo de Rute que han provocado que la mayoría de nuestras fuentes hayan desaparecido. Actualmente, desde la corporación local se está promoviendo recuperar algunas de ellas. Aprovecho la oportunidad para sugerir que se adopte una postura tradicionalista, estéticamente hablando, a la hora de promover la recuperación de estas fuentes. No obstante, existe un gran olvidado, quizás adrede, y es el entorno del rio Hoz. Las captaciones de agua han provocado que tengamos que pagar un alto coste para no contar con desabastecimiento, ya que existen largas temporadas donde el rio directamente no fluye o cuenta con poco caudal. Es por esta razón que considero que antes de intentar ofrecer una nueva “atracción” turística, debemos de ocuparnos de nuestros males endémicos. La Garganta del rio Hoz es un espacio natural altamente valioso y protegido, quizás debiéramos sacrificarnos un poco con la intención de mantener un caudal ecológico que devuelva la vida al entorno. Ahora que hablamos de turismo y patrimonio, ¿acaso no es acertado promover un espacio bello y sano tanto para locales como visitantes?
¡DESTACAMOS!