Editorial Septiembre 2016

Corren tiempos de bloqueo político, de dudas e incertidumbres en una materia tan sensible como la educativa y de apoyo e identificación con un partido político como si de un equipo de fútbol se tratara. Y es que, después de haber pasado en las últimas décadas por uno de los períodos de mayor prosperidad y desarrollo para nuestro país, parece que ahora toca pasar por uno de crisis. Pero no sólo económica, sino también de valores e institucional. A diario vemos o escuchamos a nuestros políticos a nivel nacional debatir de si deben abstenerse o no. O por el contrario, de la posibilidad de crear un gobierno alternativo. Pero, después de dos campañas electorales, no sabemos exactamente qué defienden, cuál es el modelo territorial que quieren para nuestro país, a qué modelo educativo aspiran para nuestros hijos, qué tipo de sanidad o estado del bienestar desean. Es curioso, vamos camino de unas terceras elecciones y llevamos cerca de un año hablando de formar Gobierno, pero no de cómo solucionar estos problemas.
Por eso, cuesta votar. Los ciudadanos sentimos que nuestro voto, primero el de diciembre del año pasado, luego el de junio del presente, no sirvió. A estas alturas da igual a quién se haya votado, pero de lo que no cabe duda es que unas terceras elecciones supondrían un fracaso de nuestra clase política. Queremos Gobierno. Nos hubiera gustado que no hubiese comenzado un nuevo curso con tantas dudas e incertidumbres. Queremos unos políticos capaces de consensuar una ley educativa durante un período de tiempo suficiente como para poder valorar sus resultados. La actual ha nacido muerta. Como todas, seguro que la LOMCE, analizada en profundidad, tiene bondades y defectos. Pero ha nacido sin consenso. No se trata exactamente de si se está a favor o no de las comúnmente llamadas reválidas, o de si nos gusta o no que la Religión en un segundo de Bachillerato puntúe igual que las Matemáticas, que también. De lo que se trata fundamentalmente es que cualquier reforma educativa debe implantarse con el mayor consenso posible. Y eso con la actual no ha ocurrido. Por tanto, como en Educación, hay cuestiones importantes que marcan el porvenir y que no pueden permitirse más elecciones. Decimos todo esto porque también en Rute se vive ese ambiente general. Y el curso ha arrancado con una ley que se supone ya está completamente implantada y que no se sabe bien cuál va a ser su recorrido.
A nivel local, el otoño promete, con el anuncio de la construcción de un nuevo teatro para Rute, del que posiblemente se conocerán más detalles en breve, o el desarrollo de la campaña de Navidad. Respecto a esta última, se ha convertido en el principal caballo de batalla entre los grupos de Gobierno PSOE-IU y el Partido Popular. Así, mientras la concejala de Turismo, María Dolores Peláez, se refiere a la remodelación del Paseo del Fresno, punto neurálgico de la campaña, y a solucionar el problema de los aparcamientos como una de las mejoras para la presente campaña, los populares reclaman un plan turístico serio, y tachan al equipo de Gobierno de hacer todos los años lo mínimo y no aportar iniciativas nuevas en favor de la campaña de Navidad.

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