Editorial junio 2020

Con la nueva normalidad, entramos en un ciclo en el que hemos de aprender a convivir con las secuelas que nos ha dejado una situación que ha tenido muchas aristas. Ha comenzado un verano en el que todo es distinto, sin verbenas, fiestas o ferias. En esta época estival aún no sabemos si habrá cantos de los Hermanos de la Aurora o qué cultos se van a llevar a cabo en torno a las Fiestas Patronales de la Virgen del Carmen. Serán unas fiestas carmelitanas diferentes: sin pregón ni pregonero, sin un acto de coronación de la Reina de las fiestas e imposición de bandas a sus damas de honor. En principio, se mantendrá la novena, como uno de los actos litúrgicos más destacados. Se pretende celebrarla en Santa Catalina, aunque todavía no está decidido cómo y cuándo se trasladará a la Patrona desde su ermita a la parroquia. Lo cierto es que todo será diferente. De momento, el equipo de Gobierno municipal ha optado por suspender definitivamente la Feria Real de agosto.
Asimismo, ha acabado un mes de junio sin fiestas de fin de curso, despedidas o graduaciones, con escolares que cambian de etapa en un momento que no olvidarán. Se han visto obligados a dejar atrás su etapa de Infantil y Primaria, sin haberse podido despedir de esos compañeros y compañeras con los que han pasado años y años jugando en el patio del colegio. Por su parte, los estudiantes de segundo de Bachillerato tampoco han podido despedirse de un curso muy significativo y que, en cierto modo, marca su futuro más inmediato. Estos jóvenes se enfrentan a la Pevau, la antigua Selectividad, con gran incertidumbre y tras meses de aprendizaje autodidacta, por videoconferencias y estudiando en casa, como han podido. Los más aplicados se han dejado guiar y asesorar por sus profesores. Otros, en cambio, se habrán relajado y quizás el momento les pase factura.
Para los profesores también ha sido un salto de obstáculos, con el uso de las nuevas tecnologías, manteniendo el contacto con sus alumnos a través de Whatsapp o las aplicaciones móviles. Sin duda, es una situación estresante para una mayoría de estos profesores, que se han empleado a fondo para que se queden atrás el menor número de alumnos posibles. Pero, como en el caso de los alumnos, también los hay que no han cumplido más que lo preciso. Sin duda, la situación es complicada para todo el sector educativo. También los padres han tenido que implicarse, sobre todo con los más pequeños, combinando sus teletrabajos con el cumplimiento diario de la entrega de tareas de sus hijos. Ha sido un panorama inédito, que en ocasiones ha resultado difícil de comprender para la población en general.
Lógicamente, en los momentos más álgidos de la crisis sanitaria ha primado la salud por encima de la economía, la educación e incluso las libertades individuales. Sin embargo, con la planificación de la llamada desescalada, en distintas fases, y la incorporación progresiva de los diferentes sectores a su actividad, cuesta trabajo comprender cómo se ha permitido abrir bares y restaurantes, o se permiten concentraciones con aforos de más de un centenar de personas. Y en cambio, colegios, institutos o universidades han permanecido cerrados, al menos en nuestra comunidad.
Ha concluido un mes de junio marcado aún por la pandemia causada por el coronavirus. La directora de la Residencia de Ancianos Juan Crisóstomo Mangas, Olalla Odriozola, ha comparecido ante los medios de comunicación locales, junto con el párroco y presidente de la fundación, José Gregorio Martínez. Ha querido hacer balance de la situación vivida en la residencia y desmentir bulos y falsas informaciones que han circulado en redes y que han causado dolor y estigma, en ese afán por buscar culpables. El drama se ha cobrado la vida de catorce vecinos de nuestro pueblo. Cuando el virus entró en la residencia sabíamos que los contagios se iban a ir multiplicando de forma exponencial y que la pérdida de vidas resultaría casi inevitable. La situación nos conduce a formularnos muchas preguntas: ¿han sido acertadas todas y cada una de las decisiones adoptadas por los órganos de gestión? ¿Se podría haber hecho de otra manera? ¿Deberían haberse practicado las pruebas antes del 10 de abril? ¿Quién es el responsable de lo ocurrido?
Con la información que hemos ido facilitando a través de los Medios de Comunicación Municipales, la emisora de radio, este mismo periódico o la página web, se ha puesto de manifiesto que para lo bueno y también para lo malo ha sido y es una responsabilidad compartida. La dirección del centro depende de los órganos de la fundación que gestiona de la residencia, es decir, Juan Crisóstomo Mangas. La conforman varios patronos, con una presidencia y una vicepresidencia que recaen en el párroco de Santa Catalina y el alcalde de Rute, respectivamente. A su vez, la fundación depende de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía.
De momento, y con la información de la que disponemos, la Fiscalía no ha visto ninguna irregularidad en la residencia. Los familiares que denuncian están en su legítimo derecho. Algunos han perdido a su padre o a su madre, o a ambos, y merecen respuestas. Necesitan aliviar su dolor y sufrimiento. De existir negligencias, la Justicia será la que depurará responsabilidades en esa cadena de responsabilidades. Sin embargo, lo deseable sería que una situación de este tipo no se utilice para pugnas laborales o de cualquier otra índole política o personal. Finalmente, a esa cadena de responsabilidad mencionada también hay que atribuirle el acierto de haber medicalizado la residencia, haberla desinfectado hasta en diez ocasiones, o la coordinación existente entre los profesionales del Centro de Salud y el propio centro. Con ello, se ha contribuido a evitar un mayor número de contagios o muertes.
Por lo demás, en junio, con la vuelta a esa nueva normalidad, han comenzado a activarse otros proyectos y actuaciones. Colectivos como Cuenta Conmigo o entidades como la Escuela Hogar ya se prepararan para afrontar el próximo otoño. A nivel cultural, la Banda Municipal vuelve a sonar en las plazas de Rute, y Pascual Rovira nos sorprende de nuevo con su apuesta por preservar el patrimonio documental y el rescate de ruteños olvidados.

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