Conclusiones cuestionadas

Me gustaría dar comienzo a este nuevo artículo recordando a las víctimas de las últimas catástrofes que han conmovido al mundo entero. Y me refiero al terremoto de Nepal, la tragedia aérea en los Alpes, y en modo particular dentro de nuestras fronteras, el ataque perpetrado por un alumno de trece años en un instituto de Barcelona en el que murió un profesor y resultaron heridas otras cuatro personas.
Siempre que quiero escribir un artículo pienso en hacer una crítica de la situación socio-política actual. Me siento atado a un compromiso con mi sociedad, con mi tiempo, con las personas que me rodean. Esto es algo de lo que estoy contento. Es el producto de la empatía desarrollada con los años pero que al mismo tiempo me produce un cierto rechazo de la vida actual, al punto de sentirme aislado cuando obligado, he de defender ciertos argumentos que considero lógicos y necesarios para la buena convivencia, incluso para la supervivencia misma en nuestro planeta, frente a posiciones llamadas “intereses” cuyos apellidos pueden ser tales como: acomodamiento, prepotencia, sensación de superioridad, egoísmo, egocentrismo.
Cuando hago referencia a la obligación de defender dichos argumentos, me refiero a la imposibilidad de poder huir, ya sea por lazos sociales o bien por escuchar cierta barbaridades contra las cuales siento la necesidad de arremeter sin ningún tipo de piedad. Y seguramente sea esa misma situación la que hace que mi cuerpo empiece a segregar adrenalina y las ganas de luchar aumenten a límites insospechados, pero al mismo tiempo una sensación de náusea hace su entrada ante el conformismo y la indiferencia mostrada por gran parte de la sociedad cuando, en lugar de reaccionar en pos de los intereses colectivos vuelven la mirada fija contra el muro declarando abiertamente su rendición. Y es aquí, es propio en ese momento en el que todo parece perdido, corrompido, podrido.
Es posible que este usando este articulo para desfogarme y este creando más preguntas que respuestas, lo que también es justo y producto del aprendizaje, pero dejémonos de filosofías, no es tiempo de pensar, no es tiempo de razonar, no es tiempo de crear ni de escuchar, nuestros intereses han cambiado y no giran en torno a la búsqueda de la sabiduría, de la verdad, de la libertad. Nuestro interés es encontrar la caverna, encerrarnos con llave y vivir regodeándonos en nuestra acogedora ignorancia, ¿cierto?
Espero que alguien con más aptitudes en el campo científico que yo, consiga crear lo antes posible una máquina del tiempo porque creo que he nacido en el momento equivocado. Posiblemente conseguiremos crear dicha maquina antes que solucionar problemas banales con los que el hombre lidia desde la aparición de la agricultura. Al igual que se conseguirá ir al espacio y conquistarlo (según la lógica prepotente occidental; como apunta “Raffaele, descubridor de Utopía, los príncipes prefieren conquistar, con razón o sin ella, nuevos reinos, en lugar de centrarse en gobernar correctamente los que ya tienen”) antes que, por ejemplo, permitir el acceso a la comida a la entera humanidad, porque la pobreza, como ya habréis imaginado, no es un problema creado por la inercia del tiempo, si no un modo de servidumbre hacia el ser superior.
Y con esto, seguramente ya he dicho demasiado. Ahora falta por ver las soluciones “justas y necesarias” que se adoptarán ante dichas catástrofes nombradas al inicio, catástrofes que, “ciertamente”, nadie podía prever.

Ismael Arenas Montilla

Deja un comentario