Quiero comenzar, di
ciendo : GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS.
Gracias a mis compañeros que me han apoyado, ayudado y levantado, gracias a vecinos, conocidos y amigos por su interés, gracias a aquellas personas que, aun sin conocerlas, sé de buena tinta que se han preocupado, gracias a los sanitarios que nos han curado, y gracias a algún político que llamó para dar su apoyo.
Yo soy una persona como otra cualquiera, sin grandes virtudes y bastantes defectos, pero en el instante en que me pongo el uniforme de policía local paso a ser un servidor público del pueblo de Rute, con sus obligaciones y con su autoridad. Y eso precisamente es lo que han apaleado cuatro desalmados… al pueblo de Rute.
Cuando, después de apalearme y malherirme, uno de ellos machacó mis oídos a gritos diciendo “Tienes que aprender que el que manda aquí soy yo”, entonces comprendí que teníamos un serio problema. Ellos se creen los amos, pero no lo son.
Se alimentan de nuestro miedo, se regodean con él y se hacen fuertes.
Yo pido a los ciudadanos de Rute, que denuncien, que les hagan frente.
A los que miraban mientras nos apaleaban, no les pido que no tengan miedo. Todos tenemos niños, familia, amigos… Pero, como escribió Bertolt Brecht, “Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde.”
