¡Como tú, ninguna!

Ser andaluz en mayo es una verdadera bendición. Lo es todo el año, pero mayo es especial en ésta, mi tierra. No hay luz como en Andalucía, ni olor, ni aire, ni vida. Andalucía es única y, aunque me sienta orgullosa una y mil veces de serlo siempre, en este mes me confieso, además, una privilegiada. ¡Bendita Andalucía y bendita Andalucía en primavera!
En muchas ocasiones, no somos conscientes de la gran fortuna que albergamos al haber nacido en estos pueblos repletos de riqueza que dan vida a los cinco sentidos. Y no me refiero únicamente por la oferta cultural y turística que concurre en este mes en las grandes capitales, medianas ciudades y pequeñas villas de nuestra comunidad autónoma. Reseño que además de la Mezquita, de la Alhambra, de la Giralda, de los patios y de las playas, en Andalucía hasta el viento es diferente. Bien lo sabe el que ha tenido que emigrar y estar lejos de los suyos por un tiempo o para toda su vida.
Los primeros rayos de solque apuntan a un limpio cielo nos anuncian que la primavera ya pasó su ecuador. Esa mezcla de llano, alto, árido, floreado, sol y sombra. Porque los andaluces somos una mezcla de tantas cosas. Ésta, la nuestra, que es la tierra de las verbenas, de los patios repletos de geranios y gitanillas, de las sillas de enea a la luz de la luna, ésta es la Andalucía que quiero. La Andalucía que ha sabido absorber mil y una batallas, por la que han desfilado decenas de culturas, que se sitúa en los confines de Europa pero que es reina del Universo.
Como siempre he afirmado, “ser andaluz es un estilo de vida” y no se puede entender si no se es. “Todo andaluz tiene la maravillosa idea de que ser andaluz es una suerte loca con que ha sido favorecido- describe sagazmente Ortega y Gasset. Como el hebreo se juzga aparte entre los pueblos porque Dios le prometió una tierra de delicias, el andaluz se sabe privilegiado porque, sin previa promesa Dios le ha adscrito el rincón mejor del planeta. Frente al hombre de la tierra prometida, es el hombre de la tierra regalada, el hijo de Adán a quien ha sido devuelto el Paraíso”.
Este mayo nos traerá muchos acontecimientos, el más importante la celebración del Día de la Madre. Esas mujeres sin las que hoy, sencillamente, no seríamos. Esa hermosa luz que vimos por primera vez, las que aman de manera eterna, las personas más fuertes del mundo, las que nos enseñan a volar y a vivir, las que aúnan tenacidad y generosidad, valentía y amor. Hoy brindo mi particular homenaje a los pueblos de Andalucía y a las madres que en ellos habitan. Al fin y al cabo, por ellas nacimos andaluces. Y es que, Andalucía: ¡Como tú, ninguna! ¡Y como una madre, tampoco, por supuesto!

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