Basta ya

Si por algo serán recordados los años 20, será por lo convulsos que están resultando y lo que aún les queda. Empezaron con una pandemia mundial y la mayor crisis sanitaria que hemos vivido en nuestra historia reciente, y cuando parecía que la cosa empezaba a arrojar algo de luz, el destino nos tenía preparada una guerra en el corazón de Europa, que amenaza, Dios no lo quiera, con convertirse en la III Guerra Mundial, que ha desembocado en una nueva crisis (otra más) en Europa y en el resto del mundo, protagonizada por la creciente inestabilidad mundial, y por el desabastecimiento generalizado de suministros y materias primas en un mundo cada vez más global y menos local.
Con todos éstos ingredientes, nos encontramos con que en uno de los peores momentos (no el peor porque todo siempre puede ir a peor), tenemos casi el peor gobierno que podríamos tener, un gobierno infantil, hecho para hacer cosas chulísimas, pero qué cosas tiene la realidad, que es mucho más dura y difícil de lo pueda parecer. Durante los últimos meses estamos observando, como el panorama internacional está elevando los costes de producción energética a niveles inimaginables, poniendo al borde del colapso a hogares y sectores productivos. A eso le sumamos que por la creciente inestabilidad internacional, el precio del combustible se está colocando en niveles no vistos hasta ahora, lo que está llevando a la quiebra a empresas de transporte y a todos aquellos que se ganan la vida con un vehículo, situación que ha provocado que durante las últimas dos semanas, el país se haya paralizado porque autónomos y empresas de transporte no pueden más con ésta situación, y han llegado al límite en que en lugar de ganar dinero trabajando, han acabado perdiendo dinero si salen todos los días a trabajar, y la sociedad ha acabado diciendo, basta, no podemos más. Sería de esperar que ante ésta situación, el Gobierno de la Nación, se pusiera al frente, e intentara abordar y solucionar los problemas, pero, como siempre, la realidad supera a la ficción, y lejos de solucionar el problema, se ha dedicado a insultar a todos aquellos que están reclamando lo que consideran justo, que es poder ganarse la vida dignamente con su trabajo diario, tachándoles de ultras y radicales, y manteniendo durante quince días el país paralizado, y llevando al borde del colapso a empresas y a ciudadanos. No hay que irse muy lejos para ver esas consecuencias, y es que Rute al ser un pueblo tan industrializado, está viviendo especialmente las consecuencias. No hay más que darse una vuelta por las empresas de Rute para ver lo agónica de esta situación que se está viviendo durante las últimas semanas, y como las empresas de Rute, las de todos los pueblos y ciudades de nuestro país. Y es que nos encontramos con que el Gobierno de España, ha perdido completamente la noción de la realidad y ha desconectado de la realidad que vivimos los españoles. En su atalaya, vive en una realidad paralela y ajena a la que vivimos los españoles. La España rural, le ha dicho, basta ya. El sector transporte le ha dicho, basta ya. Y los ciudadanos, le estamos diciendo, basta ya. Los españoles no podemos seguir machacados a impuestos que no hacen sino empobrecernos cada día más. Mientras el Gobierno hace ejercicios de propaganda y marketing, los españoles vemos que cada día somos más pobres, pagamos más impuestos y nos enfrentamos a una lista de la compra cada vez más cara.

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