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El ruteño se ha sacado la espina del año pasado, donde se quedó a un solo paso del título
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Tras unos años en el tenis de mesa, ha retomado esta especialidad con una progresión continua
Lo de Antonio José Muñoz con el jiu-jitsu ha sido una vuelta por la puerta grande. Cabe recordar que hace muchos años se inició en esta suerte de arte marcial. Sin embargo, al cabo de un tiempo lo dejó y se centró en la práctica del tenis de mesa. Hace un par de temporadas lo retomó con un éxito que sigue creciendo. Lo último que ha logrado ha sido el título en el II Open Internacional de Madrid. Para hacerse una idea del calado, sostiene que el mayor nivel estaría, después del Campeonato del Mundo y el de Europa, en estos torneos abiertos, como el de Berlín, Londres o el de la propia capital de España. Así lo establece la propia Federación Internacional.
- El único sinsabor del campeonato es que se enfrentó a un rival “poco honesto” en la final
- Cree que la clave está en saber competir, tener claro lo que se quiere y ser fiel a una técnica
El Open de Madrid ha confirmado tal progresión. En su primera edición, el año pasado, Muñoz quedó subcampeón. Ahora ha subido a lo más alto del podio, podría decirse que incluso con cierta solvencia. Por el camino, se dejó atrás a un valenciano al que también derrotó hace un año y al italiano, actual subcampeón de Europa, que lo privó entonces del título. Así se plantó en la final, donde se midió a un competidor brasileño. Pese a que recita de una tacada la trayectoria, asegura que es “complicado”, no sólo en lo deportivo, sino sobre todo “en lo psicológico”. Cree que en cualquier modalidad, pero en especial en deportes de contacto, “hay gente que entrena muy bien pero compite muy mal”. Hay que saber enfrentarse a los miedos o regular esa ansiedad por ganar.
En su caso, era lo que tenía en mente. Confiesa que llegó bastante fresco a la final, pero se midió a un rival “poco honesto”. Por si no fuera bastante, el árbitro de la final, un portugués, venía de actuaciones cuanto menos desafortunadas durante el torneo. Muñoz sometió a su contrincante a un estrangulamiento, una de las llaves que ha convertido en su especialidad. No en vano, en Málaga, una de las sedes donde entrena, llaman a su técnica “la ruteña” porque es una variante casi exclusiva de este competidor de Rute. Después de inmovilizar a su rival, el juez dijo para su sorpresa que prosiguiera el combate. Muñoz tuvo que someterlo a un segundo estrangulamiento para que se le concediera el triunfo definitivo. Ahora, con ironía, dice que venció dos veces en la final.
A pesar de que él mismo siente esa progresión, siente que aún no ha tocado techo. Esto, evidentemente, “es bueno”, porque significa que hay margen de mejora. Cree que su mayor virtud es que en cada cita tiene muy claro lo que debe hacer. Recordando su etapa del tenis de mesa, lo compara con tener un estilo de juego, que aplica siempre, gane o pierda. Esa técnica personal la ha puesto en práctica en Madrid, donde todo ha salido “perfecto, como si hubiera estado escrito”. Para cuando vengan peor dadas, confía en seguir puliendo errores. Espera de hecho mejorar para el siguiente gran reto que tiene marcado, el Campeonato de Europa, a finales de enero.