El año agrícola se cierra en Rute con unas precipitaciones de 538,5 litros

  • Esto representa un déficit hídrico del 13% respecto a los 630 en que está la media del municipio

  • El otro aspecto relevante han sido las altas temperaturas, más de un grado por encima de toda la media anual

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Antonio Navajas se encarga de recoger los datos oficiales de Rute para la Agencia Estatal de Meteorología

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El pasado 31 de agosto concluía el año agrícola, que había arrancado el 1 de septiembre de 2015. Esta periodicidad no es casual. Responde al criterio de que con septiembre arranca el otoño meteorológico, aunque el astronómico venga días después. Por tanto, en el ciclo de la agricultura y en términos generales, constituye la primera fase. Son cuestiones que repasa Antonio Navajas, encargado en Rute de recopilar los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Como recuerda, para ello Aemet facilita una estación con las condiciones precisas que requiere esta tarea. En ella ha ido recogiendo día a día los datos que le permiten ahora hacer balance de este recién terminado año agrícola.

  • Sólo ha llovido en 84 días, un 23% del año, aunque ha habido meses como febrero, abril y mayo, con lluvias por encima de su media
  •  Casi todos los meses han superado su media de temperaturas, con casos llamativos como diciembre, más de tres grados y medio más cálido de lo habitual

En lo que se refiere a las precipitaciones, ha habido “déficit hídrico”, es decir, menos de la media, en concreto, de un 13%. En Rute, esa media, que se calcula según los últimos treinta años, está en 630 litros, y en 2015-16 se han recogido 538,5. Así pues, se han “recuperado” más de cien litros respecto al ejercicio anterior, el quinto más seco de la serie histórica. Quedan en cualquier caso muy lejos del mayor registro, el de 2012-13, cuando cayeron 1123,40, casi el doble de la media. Navajas lo compara con el inmediatamente anterior, que fue el segundo más seco, para poner en evidencia que en precipitaciones es difícil hablar de ciclos o tendencias. Desde que se tienen datos oficiales en Rute, en 1972, “la variabilidad es tremenda e imprevisible”.

La percepción general haría creer que ha sido un año seco. No en vano, de los 366 días (2016 es bisiesto), ha llovido sólo 84 (un 23%). Otras cifras indican que, sin ser de los peores, no ha sido especialmente lluvioso: sólo ha habido dos días de tormenta (26 de enero y 7 de julio), otros dos de nieve, que no llegó a cuajar (26 y 27 de febrero) y otros tantos de granizo (15 y 27 de febrero). Un último dato en este sentido es que sólo se han producido 26 días de niebla (doce de ellos en enero). Como anécdota, otro hecho que ilustra lo “caprichosa” que es la meteorología se ve en que, dentro de que ha llovido poco, lo ha hecho en fechas claves. Buena parte de las fiestas más señaladas de Rute se vieron afectadas por algún chubasco o chaparrón.

El hecho de que, aun con déficit hídrico, no haya sido un año demasiado malo, se debe  a que ha habido meses como febrero, abril y mayo, con precipitaciones “por encima de su media”. Otros como junio, por el contrario, han sido “de sequía absoluta, sin una sola gota”. Más curioso es el caso de julio. Con apenas nueve décimas, ha estado por encima de lo habitual, pero es que la media de ese mes no pasa de las tres décimas. También resultó significativo lo ocurrido en noviembre de 2015. El día 1 cayeron 41,8 litros, el mayor registro en una sola jornada de todo este ejercicio. Sin embargo, representan casi la totalidad del mes, que se cerró con 44,4. Después, en febrero y en abril ha habido episodios de unos 25 litros en un mismo día, pero que formaban parte de períodos con varias jornadas seguidas de lluvia.

Si en las precipitaciones no se puede hablar de tendencias, en las temperaturas sí se confirma el “calentamiento global”. En Rute casi todos los meses han estado por encima de su media. Especialmente relevante resultó el otoño. En noviembre la “anomalía térmica” (diferencia positiva o negativa respecto a la media de temperaturas) fue de 2,18 grados, y en diciembre se “disparó” a 3,61 grados por encima de lo habitual. Sin llegar a esos extremos, en enero y febrero se mantuvo la tónica, de manera que “prácticamente no ha habido invierno”. Por el contrario, sólo en septiembre la media bajó unas décimas y en marzo se produjo una “anomalía térmica negativa” de 1,67 grados.

Antonio Navajas recuerda que la media anual se calcula con la media de las máximas, la de las mínimas y finalmente la media de ambas. Pues bien, esa media anual ha sido de 17,53 grados, uno más de la media en Rute (16,47), lo que lo convierte en el segundo año más cálido de toda la serie histórica, justo después del 2014-15. De hecho, la temperatura mínima, que se marcó el 17 de febrero, fue de justo cero grados. Por tanto, no ha habido registros negativos. En el otro extremo, Navajas observa que en Rute es difícil llegar a los 40, este año sólo ha pasado una vez. En cambio, se han sucedido muchas jornadas por encima de los 30. Pero al no haberse dado una ola de calor, la sensación térmica puede parecer menos agobiante. Similar situación se ha dado de noche. Rara vez en verano la mínima ha bajado de 20 grados, pero no hemos sufrido muchas “noches tropicales extremas”.

Aunque insiste en que en meteorología es difícil establecer pronósticos a medio o largo plazo, las primeras previsiones para el otoño apuntan a lluvias por debajo y temperaturas por encima de lo normal. De confirmarse, habría un problema añadido, que en esas condiciones “la evaporación es mayor y los campos y las plantas se resecan”. En cualquier caso, recuerda que el otoño y la primavera son estaciones “muy cambiantes”, por lo que cualquier pronóstico es “imprevisible”.

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