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De manos del área de Cultura, la bodega del Museo del Anís acogió este acto poético que incluyó una parte más reflexiva y una lectura de textos seleccionados
Acto poético de Ángeles Mora y Francisco David Ruiz
“Escribir es un vicio que nunca se detiene”, reza un poema de Ángeles Mora en su “Ficciones para una autobiografía”, Premio Nacional de Poesía. “Porque sólo duele lo que se cuenta. Porque sólo cuenta lo que duele de verdad” escribe su alumno aventajado Francisco David Ruiz, en “Escalera de incendios”, Premio Granajoven. De poesía, de sus claves y códigos, y del oficio de escribir, se habló el pasado viernes 9 de marzo. Fue en un acto poético celebrado en la bodega del Museo del Anís. Según la concejala de Cultura, Ana Lazo, organizadora de la iniciativa, era un encuentro “muy deseado por todos”. La prueba es que el recinto, aunque no sea de grandes dimensiones, estaba lleno.
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Lazo ha juntado a dos poetas de distintas generaciones, pero con paralelismos. Ambos son de Rute y se han formado a nivel universitario en Granada, donde también han crecido poéticamente. Francisco David ha vuelto como docente, y Ángeles es recibida con los honores que merece su condición de Hija Predilecta de la Villa cada vez que regresa a casa. Él se reconoce deudor literario de ella y de la escuela de “La otra sentimentalidad”. Incluso Mora, pese a haber empezado antes, confiesa que en su obra “hay cosas de él”. Pero sobre todo les une el hecho de que sean de un pueblo pequeño, aunque, en palabras de Lazo, “capaz de dar tantos frutos culturales”.
En los dos poemarios hay mucho de Rute. El título “Ficciones para una autobiografía” es contradictorio. Nace de un artificio literario, pero su base es real, y en esa realidad está el tiempo vivido por Ángeles Mora en su pueblo natal. Algo similar ocurre con “Escalera de incendios”, escrito, según Ruiz, a caballo entre Rute, Granada y Córdoba, durante su etapa en la Fundación Antonio Gala. Aparte de ese vínculo común, está el de la creación y la complicidad. Comenzaron con una teoría introductoria de sus “Poéticas” e “Instrucciones para después de un incendio”. Después, Ángeles amplió la selección a su antología “Érase un chico que no tuvo un gato”. Francisco David hizo lo propio con los tres poemas en prosa que conforman las “Instrucciones milimétricas para poner una mesa de Ikea”. En ellas está el origen de la “Escalera de incendios”.
En suma, lo que iba a ser una lectura de poemas escogidos de los dos libros, acabó en un diálogo en torno a la poesía. Ambos reflexionaron sobre el proceso que lleva a la creación literaria. Para él, escribir “se parece a una fiesta”. Se vive intensamente pero el resultado se ve cuando se piensa en ello en frío. Por su parte, la Hija Predilecta de la Villa escribe “desde el recuerdo” y desde “una necesidad” de explicarse la vida, de construirla y de construirse a sí misma. Esa necesidad de escribir es otro punto que comparten. De él se benefician sus lectores y Rute, que puede presumir de poetas de primer nivel como Ángeles y Francisco David.