ANDALUCISMO y FEMINISMO, LUCHAS NECESARIAS

Es difícil entender nuestra tierra sin conocer su historia. Es difícil valorar los avances sociales sin compararlos con situaciones anteriores. Andalucía ha sido crisol de culturas desde épocas inmemoriales. Cádiz tiene más de tres mil años de antigüedad y ha sido morada de fenicios, romanos, árabes… y fue la ciudad que vio nacer la Constitución de 1812 en las Cortes de Cádiz. La situación estratégica de Andalucía ha hecho que todas las civilizaciones hayan establecido raíces profundas de las que emanan nuestra idiosincrasia, nuestras tradiciones, nuestra gastronomía… somos una amalgama de culturas que nos enriquece, y que nos diferencia, nos hace únicos. Blas Infante supo reconocer la singularidad de nuestra tierra, su entidad cultural única y bien diferenciada, y fue el cimiento necesario en el reconocimiento de nuestra Autonomía, pues quedaron sentadas las bases del embrión de nuestra comunidad en multitud de documentos y procesos asamblearios que no hicieron más que recoger por escrito lo que en sentimientos albergaba dentro de los andaluces. La defensa del movimiento obrero, la petición de tierras de cultivo en manos de los agricultores, el reconocimiento de los derechos de la mujer en una sociedad plural, igualitaria y justa, fueron también sinergias positivas con los movimientos feministas y obreros. Si hemos de reconocer un valor especial a la figura de Blas Infante quizá el más significativo sea el de reconocer a las clases populares y a las mujeres la verdadera fuerza de la que son portadoras. Si no somos conscientes de hasta dónde podemos llegar uniéndonos en pro del bien común, en favor de la igualdad, en defensa de los derechos sociales, todas las batallas estarán de antemano perdidas. Si no tenemos un referente que nos convenza de que sí es posible, el movimiento se convierte en estasis, y la desidia en subyugación. Quedar sometidos al arbitrio de los poderes económicos no es el camino de la recuperación de nuestra tierra. Dejar hacer a otros lo que nos corresponde como actores principales de nuestro futuro tampoco es la solución. El camino que ha de andarse es duro y quizá pronto se vuelva a complicar, pues los ciclos económicos vislumbran no ya la falta de recuperación económica, sino una incipiente nueva crisis que puede sacudir aún más nuestro estado del bienestar.           El feminismo debe también ser revulsivo de una sociedad que parece estancarse en el conformismo. La violencia machista no puede ser banalizada ni pretender que la mujer sea culpable de la misma. Marzo es el mes de la mujer de forma simbólica, pues la mujer es el pilar de la familia, siempre ha sido trabajadora, y su labor jamás ha tenido horarios ni vacaciones. Sin reconocer la necesaria implicación de la mujer en el mantenimiento de la familia y la sociedad, no podremos valorar con justicia su capacidad de trabajo y entrega, superior en muchos casos a la del hombre. Hay que luchar para que los salarios se equiparen, para que los derechos laborales recojan con claridad la conciliación de la vida familiar y para garantizar que su presencia en las instituciones no suponga una obligación sino una necesidad real. Desde Blas Infante hasta nuestros días son muchos los derechos conseguidos y las batallas libradas… pero son muchos más los objetivos que aún quedan pendientes de conseguir, y que tan solo con el movimiento social y la implicación de todos podremos alcanzarlos con dignidad y honradez.

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