El amor en los tiempos del “Tinder”

A quienes lloran alguna ausencia reciente
y a quienes aman la vida
y todo lo que la hace más plena.

“A su fugacidad,
con el alma del alma
la llamamos lo eterno.
Y un momento de él,
de su tiempo infinito,
si nos toca en la frente,
será la vida nuestra.”

Pedro Salinas

La obsolescencia programada parece haber llegado también a las relaciones de pareja y no son pocos los casos en que se deshacen vínculos que se auguraban duraderos. Sabina decía en una canción que había amores eternos “que duran lo que dura un corto invierno”. Ahora están de moda las relaciones abiertas, el poliamor… Y muchos acuden a programas de televisión en busca de pareja y para ahuyentar la soledad que abruma y pesa, o prueban suerte en esa afamada aplicación para conocer gente que es “Tinder”, contradiciendo así a Antonio Machado cuando decía que “nadie elige su amor”. Pedro Salinas lo escribió también: “Cuando tú me elegiste – el amor eligió –…”. El ser humano tiende a pensar que mueve los hilos de su vida, pero, con frecuencia, es la vida la que traza el sendero y mueve los hilos a su modo, uniendo, incluso, a personas que, en principio, nada tienen que ver entre sí. No obstante, no todo el mundo tiene la suerte de encontrar el amor sin buscarlo, donde menos se esperaba, en un avión o en una fiesta, en clase, a la vuelta de la esquina o donde sea. Por eso, no se deben denostar a priori las redes sociales ni los programas de televisión si ayudan a la gente a no estar ni sentirse sola. Acudir a ellos es otra opción para encontrar pareja para quien así lo quiera.
El caso es que febrero es ese mes en que las tiendas, y hasta las calles, se llenan de corazones. Se reservan mesas para dos en los restaurantes y los escaparates se visten de rojo, envolviendo el amor de un aire comercial y, a veces, cursi, que, quizás, poco tenga que ver con el sentimiento hondo y sincero al que Dante atribuía el poder de mover el sol y las demás estrellas. Aunque es difícil definirlo, Salinas lo intentó al decir que el amor es “la resistencia a separarse” y son muchos los escritores, poetas y filósofos que han tratado del amor, por no hablar de la infinidad de canciones que se le han dedicado. Ortega y Gasset plasmó sus reflexiones sobre este tema en Estudios sobre el amor y famoso es también El arte de amar, del alemán Erich Fromm, por citar solo algunos libros conocidos.
Hay quien atribuye la suerte de haber encontrado el amor a Cupido, a la fortuna, al azar. Otros a la química, que hace que surja ese “feeling” difícilmente explicable, esa conexión mágica y empática que desafía toda lógica y es capaz de unir misteriosamente almas en apariencia opuestas. El amor es también “el orgullo de gustar”, que cantara Serrat, y ese descansar en alguien o no entender la vida sino con la mirada cómplice de otros ojos. Es posible que algunos llamen amor al sucedáneo que es la compañía buscada a destajo para no estar solos. Cada cual se conforma como puede. Pero más dichosos son, sin duda, quienes han conocido el amor de verdad, sin artificios ni edulcorantes, y lo han vivido como quien asiste a un milagro del que puede dar fe. Dichosos quienes, incluso sin firmar un documento ni pasar por altares ni registros, como en la canción de Machín, han sellado un compromiso. Bienaventurados quienes no han que esperar al 14 de febrero para demostrarse lo que sienten ni tienen que envolver su cariño en cursiladas con celofán rojo. Benditos quienes, solo con mirarse, saben que se quieren, aunque no sepan explicar por qué. Felices quienes, sin buscarse, sabían que andaban para encontrarse, como escribió Cortázar. Afortunados los que sientan la dicha de tenerse mutuamente y no afronten la vida a solas, aunque hacerlo es una opción como otra cualquiera, perfectamente respetable y valiente, pese a que, a veces, sea una alternativa no deseada. A menudo, se sobrevalora el amor de pareja, pero el amor, fuerza motriz de la vida, puede adoptar muchos rumbos y moverse en diversas direcciones, como energía positiva que es y que nunca muere, sino que solo se transforma. Obvio es decir que quienes no están emparejados también aman la vida, su familia, sus amigos, sus aficiones, los animales, la naturaleza, su trabajo… Reducir el amor al de dos es empobrecerlo. El amor da sentido a la vida en todas sus dimensiones.
Lo cierto es que llega el 14 de febrero y cada cual lo celebrará a su manera o no lo hará, pero el amor, en cualquiera de sus vertientes, seguirá siempre moviendo a toda costa montañas de obstáculos y haciendo feliz a quien lo sienta y quiera repartirlo a quien tiene al lado, sin reducirlo a una sola fecha en el calendario.

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